Entrevista al Dr. Carlos Cenalmor

BR Comunicación, marzo 2025

Con motivo de la publicación del libro El síndorme de BurnOut queremos ofreceros la entrevista al Dr. Carlos Cenalmor

¿Qué te inspiró a escribir El síndrome de burnout?

Mi propia experiencia sufriendo burnout qué es lo que me llevó a acabar enfocándome en este problema de salud tan importante y tan poco conocido, a especializarme en ello, y tras años de experiencia finalmente a escribir el libro.

En mi vida he sufrido dos grandes crisis de burnout. La primera fue trabajando en un gran hospital en el centro de Madrid, dónde viví el estrés típico de trabajar en una gran organización, con importantes responsabilidades, equipos grandes, mucha carga de trabajo, semanas trabajando hasta 80 horas gracias a las guardias y la carga emocional que su pone el trabajo de un sanitario. Te diría que todos los compañeros que tenía a mi alrededor teníamos síntomas de burnout, pero ninguno lo sabíamos ni le dábamos ese nombre. Además, la frustración de saber que podrías ayudar más a la gente si hubiera tenido más tiempo y más recursos me quemaba por dentro. Yo además de psiquiatra era psicoterapeuta y sabía que no estaba empleando casi nada de mi potencial para ayudar a mis pacientes. Así que decidí emprender como autónomo para poder trabajar según mis reglas y llevar un estilo de vida más saludable que defiendo. Sin embargo, esto no salió como yo esperaba y la gran carga de trabajo y de responsabilidades propia de un autónomo al final me acabó superando. Me había enseñado a enfrentarme a los impuestos, a la gestión de agendas, marketing… ni tenía las habilidades suficientes para planificarme, así que al final el estrés me superó. En esa época tuve una crisis enorme de burnout que debutó con una hernia lumbar justo en el momento de más estrés y tuve que estar sin caminar prácticamente un mes. Entre otras cosas mi elevado a nivel de perfeccionismo, mi autoexigencia y mi dificultad para poner límites fue devastadora en un trabajo en el que era yo el encargado de estructurarlo todo. Ahí empecé a entender de verdad lo que me estaba pasando y a ponerle soluciones, y también a ayudar a mis pacientes con un foco mucho más centrado en el estrés y en el burnout.

Tiempo después dejé Madrid y me fui a vivir a un Valle en Los Pirineos, porque me daba cuenta de que para mí era muy importante vivir cerca de la naturaleza y la vida se pasaba demasiado rápido. Si no actuaba pronto nunca iba a conseguir ese estilo de vida que quería de verdad.

¿Cómo explicarías el burnout a alguien que no está familiarizado con el término?

El burnout es la consecuencia en nuestro cuerpo y nuestra mente del exceso de estrés diario. Especialmente el exceso de estrés laboral, aunque realmente todo tipo de estrés se acumula y lleva al burnout (como es lógico en nuestra mente o nuestro cuerpo no les importa demasiado si estamos sufriendo el estrés en una oficina o en nuestra propia casa sobrecargados del cuidado de nuestra familia). Otra manera de definirlo es que es la cara visible del estrés crónico que vivimos.

¿Y qué siente alguien con burnout?

El burnout se manifiesta en tres niveles: físico, mental y espiritual. Los síntomas incluyen agotamiento extremo a nivel físico, que acaba transformándose en enfermedades muy variadas. A nivel mental son muy frecuentes la desconcentración, fallos de memoria, bajada del estado de ánimo o sensación de angustia y ansiedad. Luego un síntoma muy específico del burnout es la desconexión tanto con el trabajo como con la vida, es decir, que ese trabajo o esos objetivos que antes te llenaban y te motivaban, ahora te generan apatía o incluso rechazo. Finalmente el burnout lleva a la falta de autorrealización personal, a la sensación de que el trabajo no nos llena y nos deja vacíos.

El término se popularizó en los años 70, asociado al estrés laboral crónico, tras los estudios de Freudenberger con voluntarios en una clínica de tóxicomanos. Estos voluntarios acababan agotados física y emocionalmente por la carga que suponía el trabajo (no remunerado) que hacían. Hoy sabemos que es un problema integral que combina causas internas, como el perfeccionismo y la autoexigencia, y causas externas, como entornos laborales tóxicos y sobrecargados​​​.

En el libro hablas de una “pandemia silenciosa” del burnout. ¿Por qué crees que es un problema tan poco reconocido?

Creo que es un problema de salud tan extendido que al final lo hemos normalizado. Y cuando algo se normaliza se vuelve invisible. Es decir, hemos normalizado ir con la lengua fuera a todas partes. Estar siempre en tensión en nuestro trabajo y que nunca sea suficiente. Y tener que posponer ese viaje genial o ese encuentro con amigos que deseamos pero que al final nunca nos da tiempo.

Pero la cosa va más allá. No solo no hemos normalizado sino que lo hemos idealizado. Cuando hablas con alguien y esa persona te dice que “va a tope”, lo vemos como una señal de éxito. Muchas veces el burnout es el precio que hay que pagar para estar a la altura de lo que nos pide la empresa en la que trabajamos, o incluso lo que nuestra propia personalidad autoexigente y perfeccionista nos pide.

¿Cuáles son las principales causas del burnout en nuestra sociedad actual?

El burnout tiene dos tipos de causas, las externas a la persona y las internas. Y los dos son muy importantes. Fuera de la persona nos encontramos una sociedad que promueve la hiperproductividad y que la ve como un signo de éxito. Nos encontramos una sociedad en la que el desarrollo tecnológico y el progreso es el máximo que hemos alcanzado como especie, pero que en lugar de aprovechar esto para vivir vidas más saludables lo que hacemos es autoexplotarnos y exigirnos más que nunca. Aquí aparece la paradoja de la “sociedad del cansancio” como dice el filósofo Byung Chul Han. Esto llega también a los entornos laborales y empresariales, y condiciona ambientes tóxicos de sobreexigencia que no tienen sentido. 

También hay que mencionar las causas internas, entre las que destaco los rasgos de personalidad disfuncionales como el exceso de perfeccionismo, de autoexigencia, la inseguridad que lleva al síndrome del impostor o el rol salvador de la personalidad. También hay que mencionar la falta de hábitos de autocuidado (deporte, rutina saludable de sueño, nutrición…), la capacidad de planificación y gestión del tiempo, o la escasa conexión con nuestro propio cuerpo y las emociones, que nos impiden darnos cuenta cuando nos estamos pasando de estrés y de trabajo.

¿Qué papel juega la desconexión del cuerpo y la naturaleza en la aparición y superación del burnout?

Para mí la única explicación de que el burnout sea la pandemia que es actualmente es que vivimos desconectados de nuestro cuerpo y de nuestras emociones. Nuestro propio cuerpo nos avisa cuando nos estamos pasando de trabajo y de estrés, y suele ser bastante claro. Sin embargo, nos hemos especializado en no escucharle. Normalizamos vivir todo el día angustiados, dormir mal, comer mal y que los días se nos pasen a velocidad de vértigo sin apenas disfrutar de todo lo que sucede en ellos. Pero esto no tiene nada de normal, más bien es totalmente antinatural. Como no somos capaces de escuchar esas señales de nuestro cuerpo finalmente acabamos agotándolo y en burnout. Para mí el burnout, en el fondo, es el grito desesperado cada vez más fuerte de nuestro cuerpo y nuestro sistema emocional que pide un descanso.

Esto está muy ligado a la desconexión del entorno natural que los seres humanos hemos ido haciendo progresivamente, especialmente en el último siglo. El vivir en entornos totalmente artificiales, donde lo que nos rodea es asfalto, hormigón y hacemos nuestra vida dentro de edificios que bloquean totalmente la luz solar, nos vuelve muchos más vulnerables al estrés. Y también nos vuelve más ciegos al propio lenguaje de nuestro cuerpo, porque le mantenemos en un entorno que no es el suyo. Y en este tema yo siempre digo que también hay que aceptar los tiempos en los que vivimos, que no es necesario que todo el mundo se mude a vivir a un valle de los Pirineos como he hecho yo, pero que sí está en nuestra mano aplicar cambios y hábitos de conexión con el entorno con la naturaleza y con los espacios abiertos lo más que podamos.

Hablas de redefinir el concepto de éxito. ¿Cómo lo has hecho tú y por qué es importante?

Desde que era un estudiante de medicina se me vendió un concepto de éxito muy específico. Lo que se esperaba de mí tanto en la universidad como mis propios padres, es que fuera un médico prestigioso en un gran hospital de una gran ciudad. Parecía que esa era la única opción de éxito en mi profesión. Sin embargo, a mí esta idea no me atraía nada, y eso me hacía pensar que quizá yo no estaba hecho para ser médico o directamente que era un vago.

Gracias a algunos mentores y a mi propio trabajo personal, finalmente me di cuenta de que yo tenía mi propia manera de ser médico, mi propio camino, y lo mismo podría decir de mi vida. Y que ese era el verdadero éxito para mí. Ahora vivo en plena naturaleza en un valle en los Pirineos (muy lejos de cualquier gran hospital de una gran ciudad), ayudo a miles de personas cada día haciendo lo que me gusta y tengo una libertad que un médico funcionario jamás podría soñar. Esto para mí sí que es un éxito. Pero tuve que descubrir cuál era mi verdadera definición de éxito y luchar por ella.

Al final, si no encontramos nuestro verdadero éxito, que puede ser muy diferente al que nos han enseñado, nos pasaremos toda la vida persiguiendo algo que realmente no queremos y no nos llena. Incluso sacrificaremos nuestra salud y nuestra vida personal en proyectos que realmente no nos devuelven nada. Así mucha gente llega a los 40 o 50 años y se da cuenta de que todo por lo que ha luchado en su vida laboral (y personal) realmente no le llena y no era lo que deseaba. Para mí es importante intentar evitar esto o si te das cuenta de que ya has recorrido ese camino, nunca es tarde para cambiar, como veo en muchas personas que hacen mi programa CIMA y que incluso ya están cerca de la jubilación.

¿Qué consejo práctico darías a alguien que siente que está camino al burnout?

Antes de hablar de consejos prácticos siempre me gusta señalar que el burnout tiene unas causas (a veces diferentes en cada persona) y que el tratamiento más efectivo es trabajar por eliminar esas causas. Y hago mención especial al trabajo en esos rasgos de personalidad como el perfeccionismo, la autoexigencia o el rol salvador, o a los hábitos de autocuidado saludables como son el deporte, una buena rutina de sueño o una buena nutrición.

Por otro lado, para mí las dos herramientas de primeros auxilios más importantes son estas:

  1. Aprender a desconectar realmente del trabajo. No podemos estar conectados siempre y constantemente. Esto es precisamente lo que nos lleva a agotarnos. Por eso hay que aprender a desconectar para volver a conectar. Es fundamental aprender a reducir nuestros niveles de estrés en el día a día teniendo momentos de ocio, deporte, aplicar técnicas de relajación o simplemente socializar un rato. Los smartphones que llevamos en el bolsillo, desde los que podemos acceder al email o al WhatsApp de trabajo, muchas veces son nuestro peor enemigo.
  2. Aprender a escuchar nuestro cuerpo y nuestras emociones. Llevamos dentro una brújula muy clara que nos avisa cuando estamos acercándonos al burnout. Esta brújula son nuestras sensaciones y nuestras emociones. Es lo que llamamos en psiquiatría la conexión somatosensorial. El problema es que en nuestra sociedad no se nos enseña a conectar con este lenguaje de nuestro cuerpo, y eso posibilita que acabemos autoexplotándonos de forma tan salvaje sin escuchar las señales de nuestro cuerpo que mucho tiempo antes nos está avisando de que nos estamos haciendo daño. Y así es como aparece el burnout. Pequeños cambios en este punto pueden dar resultados enormes, por lo que yo siempre recomiendo dedicar aunque sea 5 minutos al día a observar tus sensaciones, tus emociones y, por ejemplo, escribir sobre ellas.

Si los lectores solo pudieran quedarse con una idea de tu libro, ¿cuál te gustaría que fuera?

Que solo tienen una vida y que el burnout y el estrés se la está robando. Porque te roba la salud y también la capacidad de conectar y de disfrutar de cada momento. Cada día de vida que gastas estresado, rumiando problemas del trabajo y de la vida, es un día que pierdes sin haberlo vivido al 100%. Una persona me contó una vez cómo no había podido disfrutar de la boda de su propia hija por tener la mente pensando en el trabajo. Se arrepentía profundamente, y ese momento no volverá nunca. Así que mi consejo es que no dejen escapar el regalo de la vida.

Esperamos que hayáis disfrutado de esta entrevista al Dr. Carlos Cenalmor y os animéis a leer El síndorme de BurnOut 

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