Sin horizonte

Universo de letras, septiembre 2022

¿El miedo al amor y el conformismo pueden vertebrar una historia luminosa? la (sensacional) novela Sin horizonte tiene la respuesta.

Patricia Antón sorprende a la crítica especializada con una obra que funciona como una galería de espejos en la que el lector ve reflejados sus propios tropiezos vitales y que sirve para que deje atrás los convencionalismos absurdos

Admitámoslo: todos sin excepción, por mucho que deseemos funcionar en la vida como almas libres, acabamos cayendo en la trampa de los convencionalismos y en las vanas apariencias. Llevamos a cabo aquello que entendemos que la sociedad requiere de nosotros, por nuestra edad o por nuestra situación social, dejando de lado la necesidad de identificar cuáles son en realidad nuestros propios deseos en la búsqueda de una sana felicidad. Es un error que puede incluso generar eso que llaman karma, puesto que no nos hace aprender de nuestros tropiezos ni nos lleva de la mano a conocernos a nosotros mismos. Esa tarea del autoconocimiento es, con seguridad, la más oportuna a la que deberíamos atender.

Es por este motivo por lo que resulta muy de agradecer que haya autoras que apuesten fuertemente por escribir novelas que funcionen como un aldabonazo para las conciencias ajenas. Tal es el caso de Sin horizonte, una obra de mirada larga y magníficamente construida que nos llega firmada por Patricia Antón (Madrid, 1971), una escritora que se presentó a un concurso escolar con seis añitos y cuya obra no fue admitida al no creer el jurado que tal prodigio pudiera haber salido de una niñita tan precoz. Ahora, pasado el tiempo, nos propone una trama de tremenda agilidad y giros imprevistos, como es la vida misma, gobernada por unos personajes ambivalentes, que oscilan entre el amor, el odio, la resignación, el perdón y las luchas internas, además de los secretos que guardan celosamente unos y otros.

Como bien señala Antón, «en esta aventura poseen mucha más importancia el conformismo y el inconformismo, la comodidad, la costumbre y, ante todo, por encima de todo, el miedo que adereza la vida de dudas e inseguridades». La siempre hábil Editorial Universo de Letras, perteneciente al Grupo Planeta, considera que ha dado con un caballo ganador para un público generalista deseoso de lecturas que le aporten enseñanzas para evaluar sus propias. «Una realidad que cada uno vive como quiere o como puede, dependiendo de si se mira desde el amor, desde el miedo o, incluso, desde un absurdo conformismo que difumina las dudas en una aceptación trivial, teñida de resignación ante una elección propia carente de alternativas».

Echemos un vistazo, sin destripar nada, al interior de la obra para dimensionar la calidad (y calidez) de su prosa: «ELLA le siguió el juego y comenzó a adoptar posturas diversas, como si de una sesión fotográfica se tratara, mientras el obturador de la cámara funcionaba casi en automático. Al rato, ÉL se sumó a las escenas fotográficas y mediante el temporizador, empezaron a compartir enfoques, poses y flases en una creciente sensación de libertad y risas. Sus cuerpos se rozaron, se acercaron, se abrazaron y, poco a poco, despertaron sensaciones que rompieron todas las barreras que los dos habían creado. Abandonaron los límites, la racionalidad, los miedos y cualquier compromiso con ellos mismos que se hubieran impuesto en brazos de la pasión y del sentimiento, ese que les resultaba mucho más sencillo expresar con sus cuerpos que ponerlo en palabras». Mucho nivel, no caben dudas.

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