Península apuesta por el True Crime Literario

Península, junio 2022

Península apuesta por los herederos de A sangre fría. Bienvenidos al True Crime Literario.

En muchas ocasiones, lo que llamamos True Crime es poco más que un relato de sucesos teñido del barniz de la modernez, casi como si una parodia de Miguel Brieva se tratara. Bajo esa etiqueta se amaga un amplio abanico de títulos de calidad dispar que a veces solo sirve para enmascarar nuestro voraz apetito por la víscera. Sin embargo, y al margen de las tendencias impuestas por las grandes plataformas audiovisuales, lo cierto es que el crimen ha servido muchas veces como hilo literario para sumergirnos en realidades a las que vivimos de espaldas, y para tratar de responder a una de las grandes incógnitas que aún prevalecen, la de qué caminos conducen a los infiernos del alma humana. En Península publicamos ahora dos títulos que bien podrían entrar en esa etiqueta del true crime pero que por su calidad y ambición literaria creíamos conveniente destacar.

Uno de los nuestros es probablemente uno de los grandes logros periodísticos de las últimas décadas, una obra literaria en mayúsculas que en nada desmerece al mayor clásico del género, A sangre fría, y que sitúa a Asne Seierstad a la altura de autores como Emmanuel Carrère, Janet Malcolm o Svetlana Aleksiévich. De hecho, es con un título posterior a él pero que se publicó antes en España con el que guarda mayor relación: Laëtitia o el fin de los hombres de Ivan Jablonka, publicado por Anagrama y Zorzal. Como hiciera el autor francés con el asesinato de la joven Laetitia Perrais, Seierstad utiliza los crímenes cometidos por Anders Breivik en Utoya en julio de 2011 para desentrañar una sociedad de arriba abajo y ahondar en  los mecanismos sociales que llevan a la violencia. Si el libro de Ivan Jablonka podía leerse como un ensayo sobre la misoginia, el de Seierstad funciona como un estudio del auge de la extrema derecha en Europa.

El crimen no fue nunca el principal interés de la autora noruega, que de hecho saltó a la fama con su libro sobre Sultan Khan, un pequeño librero de Kabul. Tampoco lo fue para Jon Krakauer, cuyos dos libros más conocidos, Hacia rutas salvajes y Mal de altura, se centran en la lucha del hombre por la supervivencia en una naturaleza inhóspita. Y de eso trata también, aunque de forma más tangencial, Obedeceré a Dios, una obra que ya estaba antes en el catálogo de Península y que rescatamos a raíz del estreno de su adaptación en miniserie. Pasamos así del fanatismo nacionalista de Uno de los nuestros, al fanatismo religioso de Obedeceré a Dios. En un caso, crímenes cometidos en nombre de la pureza racial. En el otro, de la espiritual. Dos obras que conversan, que enriquecen el catálogo y que trascienden las fronteras de la no ficción.

 

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