Berenice, abril 2025
No se aceptan manuscritos, de Beatriz Schleich, una novela irónica y muy ácida y al tiempo divertidísima, sobre el mundo de los talleres literarios y las ansias de algunos autores noveles por publicar y ganar un premio.
Julia y su amiga Kakia se apuntarán a un taller literario de fin de semana que imparte un tal Asmodeo Felaz, notable filólogo con un premio en su haber. A partir de ahí, su universo dará una vuelta. Todo por conseguir publicar.
Mi vida por una (buena) reseña y un premio.
Esta es la historia, que tiene mucho de ácida y bastante de irónica, de una mujer llamada Julia que se apunta a un taller de escritura con su amiga Kakia, que cree ser superdotada como su madre y la reencarnación de Karen Blixen, quien se le aparece en sueños por la noche. Ambas son aficionadas a la escritura y al buen comer, sobre todo, la segunda. Deseosas de poder cumplir el sueño de publicar un libro, las dos deciden inscribirse en el taller de Asmodeo Felaz que imparte en un monasterio durante un fin de semana. Es verano y el calor resulta insoportable. Ni en las celdas se puede respirar.
Poco a poco, el profesor, ganador de un único premio, el de Narrativa de Samos, tal es su bagaje, y la aspirante a escritora Julia, se van acercando y se van mirando si el menor recato (y ella sufre de taquiarritmias).
El conjunto de alumnos no puede ser más variopinto y bizarro, pero a todos -el calvo integral, el incipiente, la señora mayor que bebe y lleva diez años con una novela histórica que no arranca y la que escribe haikus con faltas de ortografía-, les une un deseo común: publicar, por fin, ser leídos y alcanzar la gloria y un nombre. Tocar la fama, morderla. Que les digan que escriben como Cervantes, o quizá mejor. A algunos de ellos, el ego no les cabe en el cuerpo.
No se aceptan manuscritos está escrita en capítulos cortos (los títulos son puro ingenio) está narrada en clave de humor, como los correos que se cruzan Asmodeo y Julia (de quien él lee un “extenso trabajo de tres relatos” por el que deduce que está ante “un diamante en bruto” tanto como para escribir una novela a cuatro manos) y encierra guiños a numerosos escritores clásicos y contemporáneos que el lector irá descubriendo a medida que avance —Shakespeare, Cortázar, Juan Ramón Jiménez, Delibes, Millás… La novela esboza un veraz retrato de los círculos y talleres literarios que hoy tanto proliferan.
Licenciada en Traducción e Interpretación, Beatriz Schleich realizó un máster de traducción especializada alemán-español y el máster CIEL (Comunicación Intercultural y Enseñanza de Lenguas). Recibió una beca Erasmus en la Universidad Karl-Franzens de Graz (Austria), ciudad en la que residió cuatro años.
En 2023 obtuvo el grado en Enfermería y un máster en Medicina Forense. También es diplomada en Ciencias Empresariales. Ha resultado finalista en numerosos concursos literarios y publicado, entre otros, en los siguientes premios de relato: Ana María Matute (Ediciones Torremozas, 2017 y 2019); Relatos de Culturamas (2018); III Premio Enrique Gallud Jardiel (Mecenas, sello de la Editorial Verbum, 2018); Relatos Caseros y Transformación (Editorial Autografía 2018 y 2020), y obtuvo el accésit en el premio de microteatro El Carro de Baco (2018). Consiguió el primer premio de relato de Mujer y Rural de Carcabuey (2021) y el primer puesto compartido en relatos del mármol en Macael (2018). Jelinek, Stefan Zweig, Thomas Bernhard y Marlen
Haushofer son autores que pondría en su cabecera. Si pudiera elegir, le gustaría haber escrito alguna obra de Groucho Marx, Juanjo Millás o Jardiel Poncela.
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