EL NIÑO QUE PERDIÓ LA GUERRA – JULIA NAVARRO

NUESTRA OPINIÓN …

Desde que llegó a mi vida lectora Julia Navarro con La Hermandad de La Sábana Santa, todas sus novelas han ido poblando mi biblioteca. Como no podía ser de otra forma El niño que perdió la guerra también ha encontrado su lugar entre los otros títulos de la autora.

Todos los indicios apuntan a que la guerra está perdida. Boris Petrov lleva dos años en España como consejero militar de la Unión Soviética y sabía de lo que hablaba, por eso Agustín lo tiene muy claro, pese a la oposición de su mujer, su hijo Pablo irá con Boris en su viaje de vuelta a Rusia para ponerle a salvo; y después, en cuanto puedan, su mujer y él huirán de esta España que está quedando porque cuando termine la guerra la vida se pondrá difícil tanto para él, que milita en el partido comunista y ha participado en la contienda, como para su mujer a la que también animó a que se afiliara al partido, y allí se reunirán con su hijo. Rusia será su patria ya que es la patria de los proletarios. Allí tendrá trabajo y verá crecer a su hijo.

Pero las cosas no siempre salen como uno las planea.

Pablo es uno de esos niños que, como a muchos otros, durante la Guerra Civil se enviaron a otros países, entre ellos la Unión Soviética con la esperanza de que una vez acabada la guerra pudieran volver a España. La Unión Soviética los acogió y los trató bien, pero allí también, como en España, se vivió bajo una gran opresión, además de vivir un gran desarraigo ya que tuvieron que aprender el idioma, las costumbres, perdiendo todo vínculo con sus padres y familiares, y, una vez acabada la contienda, la Unión Soviética no les dejó volver a España.

A caballo entre España y Rusia, Julia Navarro compone una historia en la que, con mujeres como principales protagonistas, pone frente a frente dos regímenes totalitarios, como son el de Franco y el de Stalin, en los que se cercenó la libertad de los ciudadanos, mostrándonos la opresión y la represión por las que ambos se caracterizaron, entre otras cosas por su persecución a la cultura, a todos los que se salían de la senda que ellos marcaban, que no pensaban como ellos establecían. Como les pasó a la madre biológica de Pablo en España, y a la que le acogió en su familia en Rusia. Ambas son mujeres fuertes, luchadoras, notables, reflexivas, exigentes, que se hacen preguntas. Mujeres que sufren por las decisiones que toman sobre sus vidas y sufren por las consecuencias que estos actos tienen sobre aquellos a quienes quieren. Dos mujeres que se niegan a renunciar a aquello que mueve sus vidas y toman la difícil decisión de no rendirse.

En esta novela Julia Navarro nos habla de cómo la guerra deshumaniza a todos, a los que pierden y a los que ganan y cómo, al final, toda la sociedad sufre las consecuencias. Cómo en la guerra siempre está presente el instinto de supervivencia, y muchas de las convicciones y los valores se quedan se quedan atrás, ya no existen cuando el ser humano se enfrenta a la dureza de las circunstancias que tiene que vivir.

El niño que perdió la guerra está llena de grandes personajes ya sean principales o secundarios, y es que todos  están llenos de matices. Anya y Clotilde dos mujeres que nunca llegan a conocerse, pero que están unidas por Pablo; Ígor, el hijo de Anya y Boris, que se convertirá en un verdadero hermano para Pablo; Boris Petrov, el soldado que se somete a las normas sin cuestionarlas pero al que su servicio a la patria no servirá de nada; el abuelo Grigory que hizo la Revolución, fiel creyente de las bondades del sistema que quería instaurar, que de repente ve que el monstruo que ha ayudado a construir termina aniquilando a su propia familia; la tía Olga, un personaje maravilloso, ocupándose de todo, sin hacer ruido, evitando la polémica, lo que no quiere decir que esté de acuerdo y no se oponga a lo que sucede; Enrique que será quien al final cumpla el propósito de Clotilde y localice a Pablo; y así podría ir nombrando a todos los que pueblan las páginas de la novela. Todos con un lugar importante y un propósito en la historia.

Es una historia muy humana, dura, conmovedora, desgarradora, llena de sentimiento, un canto al amor, al valor de unas personas comprometidas con la libertad, la creación y la cultura, esa parte del alma que tanto miedo da a las dictaduras y los totalitarismos que tratan de acallar su voz y controlar.

Siempre es un placer leer a Julia Navarro, por lo qué cuenta, por cómo lo cuenta, por los personajes que crea y porque a través de ellos nos hace reflexionar. El niño que perdió la guerra es una novela que he disfrutado y que sin dudarlo recomiendo.

FICHA DEL LIBRO

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