Universo de letras, julio 2024
La Editorial Universo de Letras pone toda la carne en el asador con una prodigiosa narración que escudriña qué es la verdad ontológica y que nos llega firmada por el guionista y director de cine Ramón Monsanto (1989, República Dominicana)
Desde que al ser humano le dio por pensar —una actividad aparentemente cada vez más en desuso—, saber definir y entender qué es la realidad ha sido el gran desafío filosófico. Desde los presocráticos, que superaron la barrera del mito, hasta los defensores de la mecánica cuántica y el Principio de Incertidumbre de Heisenberg, el ser humano insiste en conocer qué es una verdad ontológica. ¿Puede un sujeto generar su propia realidad al margen de lo que opinen otros espectadores? Aquellos lectores amantes de buscar respuesta a estos interrogantes y que disfruten con la narrativa negra son bienvenido a la nueva apuesta de la siempre inquieta Editorial Universo de Letras.
Los ecos del viento es, en sí mismo, un desafío, un guante lanzado, a lo que hasta ahora hemos considerado una realidad inmutable y bien identificada. Como nos enseñaron Freud y Dalí, lo que entendemos como real no puede disociarse del inconsciente y la frontera entre la vigilia y los sueños es algo que se nos escapa como arena de la playa en nuestras manos cuando nos embiste una ola. Nos encontramos ante una narración escrita con mano maestra de contador de historias, cóncavas y convexas al mismo tiempo. Ramón Monsanto se nos presenta como todo un alquimista del relato.
¿Es Edgar Martín, el protagonista de la novela, un demente que ha perdido la cabeza y que habla de un inexistente ser que nadie ha visto? ¿O son todos los demás los errados que no aceptan la machacona realidad de que ese horrible ser es tan real como que el Sol sale por la mañana y se pone al caer la tarde? Pareciera que estamos hablando del conocido chiste que habla del conductor que se queja en la autopista de que todos los otros conductores van en contramano y que solo él se maneja en sentido correcto… Sin embargo, esta prodigiosa novela no es un chiste fácil, sino una narración que nos lleva de la mano a lo más oculto del entendimiento humano.
Será el lector quien juzgue el grado de realidad del misterio que acecha en cada página. Echemos un vistazo: «Cuando estábamos a un paso de la carretera, me detuve. La sonrisa de aquel ser podía verse al otro lado dentro del bosque. Nos observaba detrás de los árboles, cubierto por las sombras de un bosque espeso que destruía sin piedad cada rayo de Sol antes de que pudiera tocar el suelo. El corazón aceleró un poco su latir y mis poros me recordaron su existencia sobre la piel con una sensación de leve hormigueo». Pueden creerlo: estamos ante una novela memorable, fascinante, capaz de poner en duda todo lo que usted ha pensado hasta ahora acerca de lo que es una realidad incuestionable. Es la magia que solo logra la alta literatura.
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