Almuzara, marzo 2025
La amenaza nuclear: Su incidencia en la seguridad y en el futuro de Europa, una obra del teniente general, Eduardo Zamarripa, quien ofrece un análisis riguroso sobre el impacto de las armas nucleares a lo largo de su historia y sus implicaciones para la estabilidad global.
En este ensayo el autor desgrana las claves estratégicas de la guerra y las posibles salidas a una crisis que redefina el equilibrio de poder en el viejo continente.
Según este volumen, nueve países poseen armas nucleares: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China, Rusia, Corea del Norte, Israel, India y Pakistán. Entre todos suman más de 12.000 ojivas, un arsenal, que, a juicio de este militar, aún siendo un número muy inferior al existente en épocas anteriores, conlleva importantes riesgos y sigue siendo excesivo para mantener la seguridad global en estos días.
La guerra en Ucrania ha puesto a prueba este equilibrio estratégico y plantea una pregunta inquietante: ¿hasta dónde está dispuesto a llegar el Kremlin para asegurar la victoria? para Eduardo Zamarripa, el conflicto en Ucrania se ha convertido en un desafío existencial para Vladímir Putin. Y es que, si el líder ruso no consigue una victoria clara, su régimen podría tambalearse y su futuro personal sería incierto.
Tras tres años de guerra, la posibilidad de que Rusia domine Ucrania de manera estable parece cada vez más inviable, afirma el teniente general, quien va más allá al aseverar que si Moscú logra imponer un gobierno títere, se tendría que enfrentar al cada vez más arraigado sentimiento nacionalista, a la fortaleza con la que Ucrania define su identidad europea, y a la percepción perenne de ver a Rusia como un enemigo histórico.
Además, según recoge este ensayo, Moscú se enfrentaría a un obstáculo insuperable en caso de invadir Ucrania: su reconstrucción económica. Ante este escenario, se le plantea un dilema a Putín; o aceptar una derrota, un hecho impensable, o ganar la guerra y endosar a Rusia una carga insostenible.
Igualmente, Zamarripa examina en detalle la estrategia de «escalar para desescalar «, una opción que Putin podría considerar para forzar una negociación favorable ante la creciente inviabilidad de una victoria total. Así, según el autor, para poner en práctica esta táctica el Kremlin podría optar por una demostración de fuerza nuclear limitada para obligar a Occidente a replantear su apoyo a Kiev.
Este concepto implicaría el uso de armamento nuclear táctico para cambiar el rumbo del conflicto sin desencadenar una guerra total. A diferencia de las armas estratégicas, diseñadas para la destrucción masiva y la disuasión global, las armas nucleares tácticas tienen un alcance más limitado y están concebidas para objetivos militares específicos. Sin embargo, cruzar esta línea roja «podría llegar a tener consecuencias difíciles de imaginar», afirma el teniente general.
El libro también examina en profundidad el papel que ha desempeñado la disuasión nuclear en la historia y cómo los conflictos anteriores han sido moldeados por la amenaza atómica. Zamarripa analiza los acuerdos de no proliferación y las estrategias adoptadas tanto por Occidente como por Rusia, situando el caso de Ucrania en un contexto histórico más amplio.
A través del estudio de conflictos como la Guerra Fría y los recientes enfrentamientos en el ámbito geopolítico, el autor nos invita a reflexionar sobre la verdadera utilidad de las armas nucleares en un mundo cada vez más incierto.
El capítulo final de La amenaza nuclear plantea una cuestión clave: ¿qué futuro le espera a Europa en este nuevo escenario global? ¿Debería el continente reforzar su autonomía estratégica, o es inevitable seguir dependiendo de la disuasión nuclear de EE.UU.?
Zamarripa concluye que Europa enfrenta una encrucijada: reforzar su autonomía estratégica o permanecer bajo el paraguas de EE.UU. , en un momento donde cada decisión puede definir su futuro en el nuevo orden global.
Eduardo Zamarripa Martínez (1945), es teniente general retirado. Ingresó en la Academia General del Aire en 1965, graduándose como teniente en 1969. Durante su carrera como piloto de caza acumuló 4.500 horas de vuelo en aviones como el F-5, F-4, Mirage F-1 y F-18.
Desempeñó cargos importantes en la OTAN, el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y el Ministerio de Defensa, destacándose en la dirección de operaciones, infraestructura y programas estratégicos. En 2012 fue nombrado Director General de Infraestructura del Ministerio de Defensa, cargo que ocupó hasta 2018. Es doctor en Seguridad Internacional por la UNED y Licenciado en Ciencias Económicas y en Filosofía y Letras.
Es autor de libros y artículos sobre aviación, seguridad y defensa y combina su vasta experiencia militar con la investigación académica y la divulgación.
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