ETC, octubre 2023
Nuria Pagratis vuelve a hacerlo. El Ojo de Medusa nos propone un fascinante viaje en el tiempo para desentrañar los misterios que habitan en las profundidades de un santuario. Pese a su indudable ficción, la cultura griega y su historia están latentes a lo largo de la obra, y la fantasía se filtra en sus páginas de una manera amable y sutil.
El destino, y una recomendación médica, quisieron que Violeta Lope estuviera en el momento y en el lugar adecuado. La dueña del Donaire y la prestigiosa arqueóloga, Larissa Fox, coincidieron en la terraza del bar donde ambas se hospedaban. La curiosidad y el don de gentes de Violeta la ayudaron a romper el caparazón de la historiadora inglesa, quien empezó a compartir los avances de su investigación. Esta atrayente aventura llegó, también por casualidad, a los oídos de un grupo de actores que se alojaban en el mismo hotel durante el rodaje de una serie. Entre ellos, se encontraba Jackeline Taylor, una estrella internacional, que tiene unos asuntos pendientes con su pasado.
Este grupo variopinto de personajes se convertirán en el eje central de la novela. Todos colaborarán en la excavación de un modo u otro para averiguar qué tienen de ciertas las historias que rodean al mito de Medusa y a los rituales en su honor. ¿Qué sucedió allí para que se perdieran vidas humanas? Para contestar a esta pregunta, la autora hace uso de los saltos temporales para que el lector sea testigo directo de los acontecimientos y nos lleva de la mano de un narrador en tercera persona que nos adentra en los pensamientos de los personajes. En ocasiones, nos adelantaremos a las revelaciones de los arqueólogos y disfrutaremos de nuestra posición privilegiada. Otras, no obstante, cavilaremos a la par que los protagonistas. Ese ritmo, tan bien medido, es el causante de la tensión dramática. Un tira y afloja que nos hace creer que lo sabemos todo, cuando en realidad, no sabemos nada y necesitamos avanzar en la lectura para responder a los interrogantes planteados.
Como en el resto de novelas que conforman esta colección, los acontecimientos históricos tienen un peso importante. La escritora despliega sus conocimientos y los pone a nuestro alcance, de manera sencilla y accesible, como si fuesen tan nuestros como suyos. Sin embargo, hay algo mágico en este volumen que lo diferencia del resto: una voz infantil que le susurra constantemente a Larissa Fox. Es el grito silencioso del pasado que interpela al presente, lo guía hacia el conocimiento, para desenterrar la verdad. Una voz que nos habla también a nosotros a lo largo del relato y que no podemos (ni debemos) dejar de escuchar.
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