Universo de letras, septiembre 2023
Dornajo de las Matas, un libro incontestable e inclasificable para observar la vida y atarnos al presente.
Editorial Universo de Letras coloca en el mercado una obra luminosa: un ensayo sobre la condición humana vestido de autobiografía, que atesora la capacidad de enseñarnos lo bello que resulta asumir riesgos, cambiar de opinión y convivir con los recuerdos.
Nadie piensa lo mismo de lo realmente importante de la vida cuando tiene veinte años que cuando doble o triplica esa cifra. La perspectiva de la fugacidad del tiempo y de la evolución en las condiciones que nos rodean modifican nuestros puntos de vista. Como bien aseguró el sabio Heráclito de Éfeso, nunca nos bañaremos dos veces en el mismo río. De hecho, el cambio es lo único que es constante en esta experiencia que hemos dado en llamar vida. No es mala cosa que recordemos este valioso concepto en nuestro actual modo de vida, tan líquido y acelerado.
Carlos Pineda Soriano es un nombre al que habremos de seguir muy de cerca por lo prometedora que se perfila su carrera como autor. Este jerezano, con tres títulos sanitarios en su haber —y un cuarto en marcha, debido a su necesidad de estar siempre aprendiendo—, ha firmado con Dornajo de las Matas una obra de difícil catalogación que únicamente puede calificarse como un festín literario de alto voltaje. A caballo entre la autoficción más experimental y un libro de memorias con un fondo de autoayuda y crecimiento personal, esta obra hunde su bisturí en la condición humana y en la diferencia del yo que recuerda y el que opera en el presente.
Paladeemos la potencia de su prosa: «Siempre recordaré hoy como el día que apareció el amor en mi vida, el tiempo se nos pasaba muy deprisa, ella tenía una sonrisa tímida pero simpática; una de tantas cosas que me cautivaron de ella fue su nobleza (…) Fue una noche de lluvia y de fuertes emociones y sentimientos porque ambos habíamos hecho el amor por primera vez. Quizás nos precipitamos, pero gracias a ello comenzó una bella historia de amor; aunque no nos podríamos ver tan a menudo porque ella estaba montando, con la ayuda de su madre, una pequeña fábrica de mantas en Grazalema, de las cuales vendería gran parte en Ronda».
Las memorias, escritas en tiempo presente, se prolongan durante más de medio siglo y se proyectan hacia el futuro en una suerte de alargamiento del tiempo interno del ser humano. Todo es una gran metáfora acerca de la fugacidad, del entendimiento de lo efímero y de la necesidad de darles su dimensión adecuada a los recuerdos. «Ya a esta edad uno solo piensa en los días que faltan para que llegue el momento de dejar de estar por aquí, ese es el pensamiento que ronda mi cabeza casi todos los días, y no es que esté enfermo, sino que es el miedo de que esto se termine, intento disfrutar cada nuevo día de una forma tranquila y mesurada». No hay dudas: estamos ante una obra para la eternidad.
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