NUESTRA OPINIÓN …
Desde que leímos por primera vez a Elía Barceló en su novela Las largas sombras, nos hemos vuelto incondicionales de esta autora, y año tras año esperamos con muchas ganas cada nueva novela que se publica y, por supuesto Amores que matan (Muerte en Santa Rita 2) no ha sido una excepción, ya que estábamos deseando volver a Santa Rita, ese lugar mágico que conocimos en su anterior novela Muerte en Santa Rita.
Han pasado unos meses desde los sucesos relatados en Muerte en Santa Rita. El verano ha llegado y ahora que algunos de sus habitantes están fuera, se encaran nuevos proyectos. Se ha aprovechado que hay menos habitantes para hacer obra en uno de los antiguos pabellones de lo que fue el Hospital para instalar una sala de yoga. Lo que nadie esperaba cuando se iniciaron estos trabajos es que hubiera una doble pared que escondía unos cuadros de gran valor y el cadáver de un niño muerto muchos años atrás.
Pero, ¿a quién corresponden esos restos y por qué se encuentran allí junto con esos cuadros? Dos misterios que no serán tan fáciles de esclarecer.
Y por si con esto no fuera suficiente, pronto nos encontraremos con que Marco Heyni, el experto suizo que viene a certificar que los cuadros son originales, que pertenecen a la escuela expresionista y que verdaderamente fueron ejecutados por quienes los firman, es asesinado al poco de llegar a Benalfaro. Mientras que a lo largo de la novela, Lola Galindo, con la inestimable ayuda de Robles va tirando del hilo y llevando a cabo una serie de pesquisas entre las que encontrar esa pista que les lleve a descubrir al asesino, el lector ya conoce desde las primeras páginas quién es y sus motivaciones, y lo que hará será acompañarlos en su investigación, viendo los métodos que utilizan y preguntándose si serán capaces o no en su investigación, de dar con el asesino.
En Muerte en Santa Rita ya nos quedó claro que esa no iba a ser la única novela que se iba a desarrollar allí. La autora nos dejó con muchas ganas de volver a aquel lugar, y aunque aquella novela tenía entidad propia, era como una presentación del lugar y de una serie de personajes que nos volveríamos a encontrar como así ha sido, en la historia de este antiguo balneario.
Pero si en aquella primera novela ya disfrutamos de la gran ambientación de Santa Rita en primavera, no será menos lo que disfrutemos con Amores que matan ahora que ha llegado el verano con ese calor pegajoso del Mediterráneo, donde por el día es mejor descansar a la sombra y de noche disfrutar del olor del jazmín y pino al fresco.
En esta ocasión Elia Barceló no se ha limitado al variopinto universo de los habitantes de Santa Rita que ya conocíamos, sino que también ha incluido a otros nuevos en esta novela coral en la que las mujeres vuelven a tener la mayor parte del protagonismo. Con la calidad literaria a que nos tiene acostumbrados, con ese poso de crítica social que acompaña a sus novelas, la autora aborda una trama en la que nos habla de familia, de amor, de malos tratos, de amores tóxicos, de secretos, de memoria y también, aprovechando el tema del robo de los cuadros y las referencias a El Jinete Azul reivindicar el papel de la mujer y poner de manifiesto el olvido al que han sido sometidas muchas mujeres en la historia, en este caso artistas, la autoría de cuyas obras se apropiaban los hombres, dado que no estaba bien visto que las mujeres se dedicaran a algo que no fueran sus labores o la familia.
Ahora que se acerca el verano, estación en la que se desarrolla esta novela, os animo que compartáis estancia en Santa Rita con este grupo tan variado y dispar de personas y os dejéis llevar por los misterios que giran en torno a este idílico lugar, tan radicalmente diferente a las historias que lo envuelven y surgen de su pasado.
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