Universo de letras, julio 2024
Sígueme el Viaje, la poderosa novela que habla de lo que sucede al iniciarse en la bebida… con doce años
La Editorial Universo de Letras saca al mercado una obra que funciona como un campo de batalla y que es absolutamente pintiparada para la generación que se encuentra en edad escolar, para la que funciona como un perfecto espejo
Nada de falsos edulcorantes que sirvan para atenuar la crudeza con la que la vida trata a los seres humanos que actualmente se encuentran en formación escolar… y personal. En la sociedad actual, tan acelerada y falta de pausa, las historias que tocan a la nueva generación no tienen nada que ver con las de los cuentos de hadas que gobernaban el mercado literario hace algunas décadas. En sí mismo, esto no es ni bueno ni malo. Simplemente, es lo que hay. Ahora bien, si un autor desea reconstruir la realidad que le rodea para tratar de entenderla, debe ser fiel a lo que ve. Así es como lo hace Caoa.
¿Y quién es Caoa? Pues se trata de un sinónimo, tras el que se encuentra un escritor al que habrá que seguir la pista muy de cerca, ya que atesora todos los ingredientes para convertirse en todo un alquimista de relato. Su carrera literaria resulta de lo más prometedora, por lo que todos haríamos más que bien en subrayar su nombre en color rojo sangre para no perderlo de vista.
Sígueme el Viaje nos propone una trama tan verosímil, que sería fácil pensar que se trata de una historia absolutamente real, sin ningún aliño de ficción. Nos describe la competitividad y el ahogo con el que las nuevas generaciones se beben la vida. Su prosa es descarnada, sin subterfugios que enmascaren las cicatrices de una existencia a la carrera, probablemente con el norte perdido. La trama, repleta de giros y armada con muy buen ritmo, nos ofrece tintes que rozan el humor negro y que voluntariamente se instala en lo políticamente incorrecto… que es lo más cercano a la realidad.
Antes de acabar, no está de más que echemos un vistazo a la potencia de la prosa de este particular viaje: «La tarea que hace ocho meses casi que lo había desmayado fue dominada. Tuvo que seguir caminando por la pista, aunque ya todos habían parado. No solo era por bajar las pulsaciones de un corazón a punto de estallar, era también para que nadie más viera como Milo, discretamente lloraba de la emoción». No hay dudas, ahí hay mano de autor… o de autora.
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