Nagore Suárez, la nueva dama del misterio histórico

Destino, enero 2025

Nagore Suárez, la nueva dama del misterio histórico, publica Lo que habita en los sueños. Una intriga entre el San Sebastián de los años 50 y la Florencia de los 30. Estamos a punto de abrir una puerta al más allá. Y eso significa que todo es posible.

Una novela llena de secretos y misterios, en un entorno y una época fascinantes en los que Nagore Suárez ha sabido dar vida a unos personajes singulares, nada convencionales, que tienen mucho que contar y que callar…

Florencia, 1938

Para Manuela, una adolescente instruida en la complacencia, conocer a Ava, enigmática e independiente, en una elegante escuela para señoritas en la capital de la Toscana, supone traspasar las puertas de un universo desconocido: atreverse a ser ella misma lejos de los preceptos de su familia.

Ava se presenta en la academia en mitad de la noche, con su aspecto de Venus renacentista, como una aparición. En un intento de encarrilarla sus padres le han pagado clases de dibujo a cambio de su docilidad. Manuela cae fascinada por su nueva compañera y su pasión por el arte. Ava prefiere el pincel a la lengua, su verdadero idioma son los cuadros que día y noche pinta. Paisajes oníricos y extrañas criaturas de ojos ausentes llenan sus cuadernos de dibujo.  «Prefiero pintar lo que no se ve. Forman parte de mí, como los recuerdos y los sueños.»

Precisamente un sueño será su inspiración en la elaboración de un cuadro que, sin que ellas lo sepan, cambiará sus vidas. Ese cuadro, será un motivo recurrente en la novela, desde el título, Lo que habita en los sueños, hasta la última página.

Pronto Manuela también descubrirá las sombras de su amiga Ava y será testigo de sus sueños proféticos y sus noches clandestinas por Florencia, enardecida por deslumbramiento de un amor de juventud. Hasta que, un día, Ada desaparezca sin dejar rastro, como si ella y su obra jamás hubiesen existido.

San Sebastián, 1952

Con la intención de escapar de la tutela de su hermano, Manuela decide pasar el verano en su rincón favorito del norte buscando tranquilidad. San Sebastián aparece bajo un sirimiri que difumina los contornos de los puentes sobre el Urumea y convierte los montes Urgull e Igueldo en sombras inciertas que se intuyen tras el vapor de agua, como si Monet fuera el autor de la ciudad aquella tarde.

Sin embargo, sus planes cambian cuando la invitan al mayor acto social de la temporada, la inauguración de la intrigante mansión Villa Allur. Su propietario original, un hombre de negocios, se había arruinado poco después de que la casa terminara de construirse y, con los muebles aún por estrenar, se había quitado la vida. Después de su muerte, se rumoreaba que una maldición se había cernido sobre la villa y que por ella campaban a sus anchas las almas penitentes.

Allí Manuela hallará accidentalmente en una de las paredes de la mansión un extraño cuadro que conoce bien y que jamás pensó que volvería a ver: la última obra de Ava.

El cuadro era hipnótico, como si de alguna forma Ava hubiera plasmado en él parte de su magia. Los colores y las formas atrapaban de forma peligrosa, consiguiendo arrastrar a quien lo observara al borde de aquel acantilado, obligándole a preguntarse si la mujer espectral caía a las aguas o emergía de ellas, pues parecía morir y resucitar al mismo tiempo.

Manuela trata, sin éxito, en encontrar una explicación racional para su presencia en aquella casa, tal vez es una maldición, un castigo divino o una prueba de fe; tal vez tenían razón quienes aseguraban que en los rincones de la villa habitaban sedientos demonios, ansiosos de jugar con quienes ponían un pie allí. Tras la repentina desaparición de Ava del colegio, había luchado para deshacerse del recuerdo de su amiga y de sus pinturas plagadas de fantasía, pero de nada había servido.

El final del verano transcurre en San Sebastián entre las interminables y lujosas veladas del club de Tenis, la Playa de la Concha y los vapores del balneario La Perla. Para Manuela, inmersa en la búsqueda de su amiga después del hallazgo del cuadro en la mansión del duque Julien Leroy-Benoit, está siendo un verano diferente. Pasará los días y las noches entre espectros, sospechas e indagaciones tras la pista de una amenazante serpiente escarlata que parece estar en todas partes.

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