Universo de letras, julio 2024
Las desventuras del fantástico hombre isla, el inclasificable libro que disecciona ácidamente la condición humana
La Editorial Universo de Letras pone en el mercado una obra que es en sí misma un mapa, un cuaderno de bitácora, un viaje al interior y un espejo en el que el lector se reconocerá, vía humor ácido, y que le hará deslizarse hasta verdades muy profundas
Una ronda doble de sinceridad y locuacidad para abrir boca en esta inclasificable —esto es bueno, ojo— narración: «Debo advertir a quienquiera que pueda leer esto que no debería tomárselo demasiado en serio ni como un vademécum para lidiar con sus reflexiones, ni mucho menos como guía de referencia emocional. Tan solo se trata de una especie de bitácora personal, sin demasiado orden y bajo mi propio criterio, en la que he vomitado mis pasajes y devaneos mentales». Quien así se expresa es Iván Esquíroz Márquez, un autor del que haríamos bien en subrayar su nombre con rojo sangre, por lo prometedora que se presenta su carrera literaria.
Bienvenidos seamos todos al lenguaje del doble sentido, a la profundidad de miras y al humor como estilete con el que diseccionar una existencia, la nuestra, la de todos, que requiere de reflexiones de hondura para poner pie en pared y no dejarnos llevar por la marejada que nos desconcierta. Este libro nos recuerda, contrariamente a su título —un genial trampantojo— que los seres humanos no vivimos aislados, sino que formamos parte de un todo. Nos encontramos, por tanto, ante un libro tan personal como comunitario. Viva la ambivalencia.
Esta brillante retahíla de amenísimas y dispares reflexiones que da forma y ritmo a la obra acaba configurando un mapa vital que nos hace recordar lo que los antiguos egipcios levantaron en la meseta de Guiza con sus tres fenomenales pirámides: un reflejo del infinito, del cosmos, del Círculo de Orión, donde ellos situaban físicamente la morada de sus dioses. Las desventuras del fantástico hombre isla, a su peculiar manera, narra con un acentuado tono hilarante la epopeya de un hombre en busca de su sentido, que acepta con gallardía sus rarezas. También es este volumen un reflejo de la grandeza que encierra el ser humano y de su conexión con el infinito.
¿Y está bien escrito? Sí, lo está. Absolutamente. «No quiero pecar de petulancia, pero sé que no escribo mal, que me hago entender y resulto hasta ameno (fíjese usté). Llevo algunos años haciendo mis pinitos en esto de combinar lexemas, morfemas y palabras; incluso he aprendido a hacer el pino puente, aunque después me esguincé y aún me sigue doliendo (de nuevo autodidacta hasta para hacerme daño)». Son palabras literales del autor, un auténtico alquimista de las palabras y un genio a la hora de poner luz —y una sonrisa— a hora de desentrañar de qué va esto que hemos dado en llamar vida.
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