Hace tiempo que tengo la anterior novela del autor en el libro electrónico pendiente de lectura pese a las buenas críticas y recomendaciones que ha recibido, pero el tiempo no es chicle y más veces de las que nos gustaría nos suceden este tipo de cosas a los lectores, por eso cuando vi que Agustín Martínez publicaba La mala hierba, su nueva novela, me prometí que no me volvería a suceder lo mismo y que me pondría con su lectura lo antes posible, como así ha sucedido.

Lo he cumplido así que os traigo mis impresiones de La mala hierba.

Jacobo y su familia no están pasando por el mejor momento de su vida.La falta de ingresos por la pérdida de trabajo, el tener que vender todo lo que tuviera valor para poder seguir adelante, no es precisamente la mejor situación para una familia que vivía con holgura y eso se hace sentir también en sus relaciones personales.

Como última opción para intentar seguir adelante Irene ha pedido a su hermano ocupar la casa que les correspondió como herencia en Portocarrero, a donde se han trasladado. La idea no entusiasma a ninguno y menos que a nadie a Miriam su hija, que no sólo ha tenido que renunciar a todas las comodidades con las que vivía sino que también ha tenido que hacerlo a su entorno y sus amigos.

Agustín Martínez nos traslada a un pueblo situado en medio del desierto de Almería, que resultará un personaje más de la novela, un lugar inhóspito, asfixiante, donde todo parece condenado a sucumbir bajo un clima sofocante y esa arena que tiende a enterrarlo todo, un lugar de donde todo ser viviente quisiera escapar y si no puede hacerlo se adaptará como pueda a ese entorno. Así es La mala hierba.

En La mala hierba nos vamos a encontrar un thriller psicológico en el que de forma «sorda», bascula la violencia a lo largo de toda la trama. Una trama que no se desarrolla de forma lineal, dando continuos saltos en el tiempo mientras nos va dejando pinceladas de acontecimientos y de la intervención de unos personajes que tienen mucho que esconder a lo largo de la narración, para que vayamos dando forma a un puzzle en el que todas las piezas irán encajando, pero no sin que antes hayamos cambiado la posición de las fichas una y otra vez.

Una novela inquietante y turbadora en la que desde las primeras páginas todas las sospechas recaen en una dirección, y lo hacen de manera tan clara que que no podremos dejar de pensar si es así en realidad o hay algo más, por lo que a cada momento, y según van surgiendo nuevos elementos, van surgiendo nuevas sospechas, descubrimos nuevas mentiras y somos testigos de mil y una deslealtades, no podemos dejar de cavilar sobre otros culpables durante la lectura.

Y es que los habitantes de Portocarrero no son tan hospitalarios, abiertos, comunicativos, alegres y amables como puede parecer al principio, poco a poco iremos componiéndolos, veremos que tienen muchas capas que tendremos que ir levantando, descubriendo.

Una lectura que también nos llevará a una reflexión sobre temas como las relaciones de familia y la incidencia que la crisis puede tener en ellas, la tolerancia en la educación, las redes sociales, la ambición, la soledad, los juicios paralelos, la manera en que las circunstancias influyen en nuestra vida y pueden ponerla patas arriba, etc.

De manera directa y muy visual, a base de frases cortas, abundante diálogo que agiliza la narración, Agustín Martínez nos muestra esta historia a través un narrador omnisciente, en la que intercala algunos capítulos relatados en primera persona por algunos de los personajes que aportan una visión diferente a lo que vamos conociendo. Una narración en la que nuestro interés, la intriga y la tensión no decae en ningún momento.

En conclusión, La mala hierba es una novela cuya lectura una vez comiences no podrás dejar, te trasladarás a pleno desierto de Almería, notarás esa arena que va avanzando, que va comiendo terreno, que todo lo cubre, compartirás tus horas con esos personajes que irás conociendo poco a poco y sentirás como se va tejiendo esa tela de araña que te va atrapando, para llegar a un final que te sorprenderá, que no te dejará indiferente y que, sin lugar a dudas, te hará pensar.