Comunicación y más, abril 2023
¿Quién dijo que todo está perdido? nos propone un tema que no está de actualidad, pero que debería: El creciente pesimismo que tiñe toda la sociedad. En su último libro el sociólogo David Escamilla se ha preguntado por qué parecemos creer que todo está perdido.
Cansado del futuro hacia el que la tecnología y la inercia parecen conducirnos (la vida en una megalópolis, rodeados de hierro, metal y máquinas, sin contacto o con apenas contacto con otros seres vivos, sean animales o personas), Escamilla ha querido crear en este libro un manifiesto humanista que es, también, un alegato en favor de la esperanza: porque no todo está perdido.
En su ensayo ¿Quién dijo que todo está perdido?, David Escamilla recorre los pilares de la sociedad y de la convivencia actual, analizando los males que aquejan a cada uno de esos pilares y que, muchas veces, por la forma en que los mensajes llegan a nosotros, creemos definitivos, no solucionables:
• El individuo y su creciente aislamiento, con los hikikomori como exceso de esa vida solitaria y amenaza futura para todos nosotros. Más de la mitad de la población española vive ya en zonas urbanas, pero solo un 29% lo hace porque quiere.
• La familia como modelo en extinción, con un aumento imparable de los hogares habitados por una sola persona. Un 70% de los hogares en grandes ciudades como París son ya unipersonales.
• La pareja, con relaciones cada vez más escasas y de menos duración, y con expectativas falsas creadas por las redes sociales que hacen que, por ejemplo, un 23 % de las adolescentes españolas no vean atractivo su rostro sin un filtro de internet. O que un 34,8 % de las jóvenes nunca ha recibido ningún tipo de educación sexual y hasta un 57,7 % afirma haber practicado sexo con alguien sin deseo sexual.
• El creciente desempleo, con un mercado donde la fiebre tecnológica amenaza con dejar sin empleo (y sin propósito vital) a millones de personas.
• Un arte que si un día fue tabla de salvación y aprendizaje hoy se ve subyugado por las reglas del mercado.
El mensaje que transmite David Escamilla sobre estos temas, después de analizar los últimos datos y estadísticas sobre cada uno de ellos, es que no todo está perdido, que estamos a tiempo de diseñar y decidir en qué mundo queremos vivir las próximas décadas, qué vida queremos ceder a nuestros hijos.
En ¿Quién dijo que todo está perdido? aboga por una rehumanización del presente, por recuperar en cada uno de estos aspectos una óptica humanista que ponga en el primer plano no las necesidades del mercado, de los fabricantes tecnológicos o de la inmediatez de las relaciones, sino las necesidades más profundas del ser humano, que muchas veces irán contra la lógica imperante: tiempo, espacio, lentitud, sosiego.
Y también por comenzar a focalizar, desde hoy, nuestra mirada no solo en los mensajes catastróficos que muchas veces inundan nuestra atención, sino en aquellos otros aspectos que nos hablan de que no todo está perdido.
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