Universo de letras, mayo 2024
Promesas, de Hugo Vega Hernández, la novela definitiva sobre la Guerra Cristera, un conflicto esencial (y olvidado) para entender México
La Editorial Universo de Letras saca al mercado la esperada segunda obra de Hugo Vega Hernández, médico de Cholula (Puebla), que se consagra como un excelso alquimista del relato
La Guerra Cristera, también llamada Guerra de los Cristeros o Cristiada, fue un conflicto civil en México que se prolongó cruentamente durante tres años, desde agosto de 1926 a junio de 1929. Los litigantes fueron el Gobierno y las milicias de religiosos católicos que se resistían a la aplicación de la llamada Ley Calles, que proponía limitar y controlar el culto mayoritario en el país, que es el católico. A las puertas de cumplir su centenario, la siempre inquieta Editorial Universo de Letras —perteneciente al Grupo Planeta— apuesta con firmeza por una novela esencial para entender la psique colectiva que gobierna la sociedad mexicana.
Odilón, el enamorado de María Cristina, es el protagonista de una trama esculpida con mirada larga y que únicamente se puede calificar como un festín literario. Atesora las hechuras necesarias para erigirse en un personaje icónico e imperecedero, un símbolo inmortal de las promesas que se lleva el viento, o no, cuando se presenta la guerra a la puerta de casa y la vida cobra un rumbo imprevisto.
La exquisita documentación histórica empleada, prolija y expuesta en su justa medida, es la peana en la que se sujeta una historia aupada por un fuerte componente lírico, que escudriña los recovecos más ocultos del alma humana. El doctor Hugo Vega Hernández se corona como un fino observador de la manera de ser de los mexicanos, a la vez que postula la máxima presocrática que defendió Heráclito: el cambio es la mayor constante que podemos identificar en nuestra existencia. La vida juguetea con los planes… pero se acaba imponiendo la fuerza del destino: «El hombre que se hace responsable de su elección no se afrentará con su destino», leemos en estas páginas.
Sin entrar en incómodos destripamientos, no está de más, antes de cerrar esta nota, echar un vistazo al nivel florido de una prosa existencial que cohabita con la filosofía. Vamos a ello: «Una vez que le quitas la vida a alguien la razón se te nubla por algo que ni siquiera entiendes. Yo lo viví mucho después, y mientras lo hacía llegué a creer que Dios me había creado para ese fin y que por eso tenía tantas ansias de destrozar aquello que consideraba que era malo o que me hacía daño». No caben dudas: esta novela ha llegado para quedarse.
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