Caligrama, septiembre 2020
El libro Por qué lloras tiene el origen real en la enfermedad y en la muerte de una niña y se hace inmenso en el amor de una madre.
La obra, que la propia madre escribe, biografía una historia de valentía y afectos que va desde la conmoción hasta la pérdida.
La editorial Caligrama publica Por qué lloras. Una historia que nace el 14 de diciembre de 2008. Un domingo que parecía ser como otro cualquiera, como ocurre con los días normales que no anuncian las desgracias. Icíar de Alfredo García-Augustin escribe sobre la enfermedad y la muerte de su hija de 13 años, a quien le fue diagnosticada una epilepsia degenerativa con efectos parecidos a los del Alzheimer. «Este libro surge como terapia para afrontar la situación más difícil a la que me he tenido que enfrentar: la enfermedad de mi hija. Y también para ordenar mis sentimientos, comprender por qué ocurren las cosas y descubrir cómo seguir adelante», cuenta.
«Ante una crisis de epilepsia, lo más aconsejable es que no hagan nada y que cronometren la duración del episodio. Y que lo anoten en un papel» les dijo un médico a Icíar y a su marido. ¿Cómo unos padres pueden pararse a observar el sufrimiento de su hija como si fueran espectadores? Un hecho que da idea de cómo deben afrontar situaciones sobrecogedoras. «He querido hablar de la importancia de la resiliencia del ser humano, es decir, esa capacidad no solo de superar los problemas, sino de salir fortalecidos y con una visión renovada y positiva», dice la escritora. Este texto recoge momentos narrados sin teatralidad y desde una verdad conmovedora.
Por qué lloras es un duelo anunciado y una muestra de cómo afrontar el dolor. Pero sobre todas las cosas, es un canto al amor y a los cuidados. De los choques traumáticos del drama al proceso de aceptación, las reflexiones de esta madre expresan una visión nueva de la vida. La suerte, o la mala suerte, la fortaleza y las personas que le acompañan a ella y a su hija en este viaje con destino temido, es decir, los momentos emocionantes y llenos de sentimientos encontrados, contrastan con un proceso médico que explica la evolución de una enfermedad progresiva y trágica.
Icíar de Alfredo García-Augustin. Madrid, 1969. Siempre le gustó dibujar y escribir, pero estudió Derecho. Años más tarde nacieron sus dos hijos, y en ellos encontró la inspiración. Escribió por su cuenta durante un tiempo, hasta que entró en contacto con la Escuela de Escritores, donde compartió ideas, relatos y escenas de novela con profesores y alumnos que se convirtieron en amigos y compañeros de ruta. Junto a ellos empezó a disfrutar de verdad. Entonces su hija mayor enfermó y, en ese instante, la escritura se convirtió en algo tan necesario como respirar.
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