MR, marzo 2021
Poco bebo para lo que tengo que tragar de Débora Castillo, una divertidísima y mordaz comedia femenina para reírte hasta de tus canas.
Poco bebo para lo mucho que tengo que tragar es la historia de Claudia y de tantas otras mujeres que, de repente, se ven con un matrimonio y una inminente separación a cuestas, además de una maternidad ya cumplida, no exenta de daños colaterales. Una historia recogida en una muy digna novela que se retrata como todo un canto a la vida que, sin embargo, no entiende de edades ni circunstancias; una oda a los comienzos de cero, al futuro incierto, al no conformarse, a los »¿por qué no?», a confiar en los »todo pasa por algo», a dejarse llevar por las casualidades… En definitiva, a las ganas; sobre todo, a las ganas y a los motivos para seguir siempre.
Débora Castillo nos introduce, a lo largo de 40 amenos capítulos, en un universo de mujeres a tiempo de descubrir, mejor tarde que nunca, que la vida no es como creían que sería, con su correspondiente decepción, pero también con el encanto de la oportunidad que ofrecen las ventanas que se abren cuando una puerta se cierra, o cuando una misma decide cerrarla y decir »hasta aquí».
Con una voz potente y ácida, un humor desternillante y una ironía de lo más fina, la autora reúne con maestría a un elenco de personajes femeninos tan dispar como acertado: clases alta y baja, diferentes edades, distinta condición… Todas hablan con desparpajo y desenfado en un texto fácil, fresco, divertido y mordaz a partes iguales, que rezuma el carácter cómico agridulce tan femenino de las novelas de género ligero.
Un relato que sirve, sin lugar a dudas, para reivindicar a la mujer más allá de la maternidad o el matrimonio; que predica la sororidad, la ayuda y la empatía entre mujeres. Todo ello, sobre todo, en una sociedad donde a partir de los 45 empiezan a convertirse en invisibles y muchas, en inservibles.
Débora Castillo, nacida en Barcelona en 1963, cursó estudios de Ilustración en l’Escola Massana y luego Narrativa en l’Aula d’Escriptors de la misma ciudad, donde también reside. Aunque ha desempeñado una gran variedad de trabajos a lo largo de su vida, la escritura ha sido siempre una pasión que ya en 2016 la llevó a ser finalista en La Cosecha Eñe con el relato «El método de la transubstanciación autoinducida del profesor Gudu». Sus obras destilan una ironía fina, sin estridencias, que sirve a sus protagonistas femeninas para capear los vaivenes vitales con un poquito más de soltura. Poco bebo para lo mucho que tengo que tragar es su primera novela.
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