Javier Krahe, ni feo, ni católico, ni sentimental

Reservoir books, marzo 2021

La primera biografía de Javier Krahe, el bardo más irreverente e inclasificable de la canción española. Testimonios de familia y amigos, fotos inéditas y letras de canciones que se creían perdidas dibujan el mejor perfil de un cantautor indomable.

Javier Krahe, como él mismo solía decir, añadió una varilla nueva al abanico del género canción en nuestro país. Con ella, el aire circula con una fuerza literaria insólita y descubre rincones inexplorados. Conocido sobre todo por sus letras cáusticas sobre el amor, la política y la religión, admirador de Brassens y de Leonard Cohen, colega de Chicho Sánchez Ferlosio y mentor de Joaquín Sabina y Albert Pla, tuvo una vida inquieta (a su manera) y curiosa. Tanto como sus canciones, que hunden sus raíces en los años de estudiante en El Pilar y llegan hasta las fecundas temporadas en Zahara de los Atunes, pasando por el dulce autoexilio canadiense en el franquismo tardío, los primeros años de la democracia y los posteriores encontronazos con el poder. Canciones como «La hoguera», «Marieta», «Un burdo rumor», «Cuervo ingenuo», «En la costa suiza» o «No todo va a ser follar» son bandera de la contracultura más duradera.

Federico de Haro ha reconstruido la vida y la carrera de Javier Krahe a partir de los dos ingredientes imprescindibles en toda gran biografía: pasión y fuentes. La familia y los amigos del cantautor han abierto las puertas de sus casas para contarle todo lo que no se sabe sobre Krahe. El relato, completado con un examen cercano de su personal manera de componer las canciones e introducirlas en directo y con un apéndice con sus primeras letras (inéditas hasta hoy) da como resultado un retrato íntimo y original del hombre que siempre anduvo a la contra.

Federico de Haro nació en los ochenta en la ribera del Manzanares. Nunca fue muy futbolero, pero desde su casa se escuchaban los uys de la afición del Atlético de Madrid, y eso, se quiera o no, marca. Su infancia fueron las mañanas de cromos en el Rastro y las tardes de bicicleta en el Retiro. Luego la familia se mudó a la sierra de Guadarrama y el encontró ahí su lugar en el mundo (mañana será otro). Su periplo universitario fue largo. Empezó Medicina y Filosofía, acabó Periodismo. Como buen milénial, salió al mercado laboral en plena crisis. Soportó la tormenta y el tormento atrincherado en sus vocaciones: la fotografía, la escritura y la docencia. De Javier Krahe lo primero que le gustó fue «Marieta», porque era la única ocasión en que a sus padres les hacía gracia que el niño dijera «gilipollas». Luego, todo lo demás: las canciones-milagro, los conciertos, Brassens. Escribir una biografía a su altura siempre le pareció tarea imposible. Se lo sigue pareciendo, pero él puede asegurar, eso sí, que Javier Krahe: ni feo, ni católico, ni sentimental es su mejor libro hasta la fecha. Es, además, el primero.

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