Bibiana Ripol, noviembre 2023
Os ofrecemos una entrevista a Virginia Garzón de Albiol con motivo de la publicación de Un tesoro en el olvido por Ediciones B.
¿Cuéntanos cómo nació la idea para escribir la novela?
El artículo «Los Robin Hood de los suelos», de la periodista Ana Sánchez me descubrió una realidad que yo desconocía, la de los rescatadores de baldosas. Las recogen de los sacos de escombros y las salvan de la destrucción. Barcelona, como tantas otras ciudades, es objeto de una especulación urbanística salvaje y estamos perdiendo auténticas obras de arte. Gracias a los cazadores de baldosas, conservamos parte de este patrimonio artístico e histórico. El tema me fascinó y, cuanto más investigaba, más descubría la importancia que los pavimentos hidráulicos tuvieron durante el Modernismo. Algunos diseños contaron con los artistas más reputados del momento, como el dragón protagonista de la novela, obra de Lluís Domènech i Montaner y que figura en el catálogo número 6 de la fábrica Escofet (año 1900). Enseguida sentí la necesidad de escribir una novela sobre las baldosas hidráulicas para devolverles el lugar que les corresponde. La idea de relacionarlas con un tesoro surgió de forma espontánea, porque cada una de ellas es un pequeño tesoro.
¿Te costó adentrarte en el mundo de las baldosas y contactar con los expertos en el tema?
El artículo me descrubrió a dos rescatadores de baldosas, Alberto Twose y Joel Cánovas, más conocido como The Tile Hunter. Primero curioseé sus redes sociales para ver lo que hacían, y luego los contacté para entrevistarme con ellos. En el transcurso de la investigación descubrí un libro fundamental para la escritura de la novela: L’art del mosaic hidràulic a Catalunya, de Jordi Griset, publicado hace dos años en castellano como El arte del mosaico hidráulico. Él y su libro fueron esenciales para comprender la belleza y la importancia de este tipo de suelos durante el Modernismo. Con el libro descubrí la existencia de Mosaics Martí, un taller de Manresa que continúa fabricando baldosas hidráulicas al estilo tradicional. Albert Martí, nieto del fundador, me abrió las puertas del taller y, con Jaume Torrejón, maestro mosaísta, fabriqué tres baldosas. Todos fueron encantadores y respondieron a mis preguntas, incluso las más extrañas.
El personaje de Bernat se hace querer, da vida a uno de los cazadores de baldosas. ¿Cuánto de real hay en él?
Bastante. Me inspiré en The Tile Hunter, con el que me he reunido en numerosas ocasiones. Es imposible hablar con él y no sentir su pasión por las baldosas hidráulicas. Hace poco me dijo una frase que resume muy bien su sentir: «no hi ha rajola lletja», «no hay baldosa fea». Siente una imperiosa necesidad de rescatar todas las baldosas posibles, porque la alternativa es su destrucción. Se desvive por salvarlas, a pesar del dolor de espalda que conlleva cargarlas, del estrés de no saber dónde guardarlas porque tiene muchas, miles. Le aprecio muchísimo y le considero un buen amigo. Bernat no existiría sin Joel.
¿Podemos encontrar en Barcelona los seis dragones idénticos?
En Barcelona hay unos cuantos dragones idénticos, pero no los de la novela. Esos son producto de mi imaginación. O mejor dicho, de la de Florencio. Sí, son reales las localizaciones del dragón original de Domènech i Montaner en el Ateneu, MNAC y Farmacia Bolós.
¿Ve la autora una Barcelona diferente una vez terminada la novela?
Por supuesto. Veo una ciudad llena de arte por todas partes. Un arte que está en peligro y que debemos proteger. Es parte de la historia de la ciudad, de nuestra gente. También veo dragones en cada esquina, lo que resulta un poco inquietante.
¿El personaje de Clara, al inicio de la historia, es una figura desconfiada, que no cree en la fantasía. ¿Dirías que su relación con los cazadores de baldosas, con Gisela, le abre las puertas a un mundo nuevo?
Estoy convencida de ello. Gracias a la relación que mantiene con todos ellos, se abre al mundo, a la vida. Como en el mundo real, la relación con los demás es lo que la hace evolucionar
De los distintos barrios que mencionas en la novela, Galvany tiene un papel fundamental. ¿Por qué has escogido este barrio y no otro?
Por un tema sentimental. Era el barrio de mi familia materna y, también, el mío durante muchos años. Que el domicilio de Clara esté en la calle Madrazo no es casual, como tampoco lo es que su abuela Teresa trabajara en el mercado Galvany o que haya escenas en la panadería Roura, el rápido Lodeiro, la perfumería Marta o la librería Casa Usher. Ha sido mi manera de homenajear al barrio y a su pequeño comercio.
En la novela se trata con naturalidad el tema de las relaciones sentimentales entre mujeres. ¿Para ti era importante darle este enfoque?
Sí, porque es un reflejo de nuestra sociedad actual. Durante décadas, en este país, las mujeres lesbianas y el resto del colectivo LGTB Q + no han podido disfrutar de los mismos derechos que las parejas heterosexuales y, encima, han sido perseguidas, como refleja la historia de Teresa, la abuela de la protagonista. Me parecía importante señalar esta mejoría y, de este modo, celebrarla.
¿Tendremos pronto otro tesoro por descubrir? ¿Estás trabajando en otro manuscrito?
Estoy a punto de terminar el primer borrador de mi siguiente novela. Todavía le falta trabajo, pero la historia ya está bastante dibujada. Por superstición, prefiero no desvelar todavía nada de la trama, aunque sí puedo adelantar que va sobre el mundo del cine.
¿Qué mensaje quieres trasladar a los lectores de tu novela?
Espero que la novela les haga mirar de otra manera el suelo que pisan. También me gustaría que la historia de Clara, Florencio y los demás personajes les invite a soñar. A veces los sueños se cumplen. Con esta novela yo he cumplido el mío de publicar en una editorial tradicional, y nada menos que en Ediciones B. Me siento muy afortunada y agradecida.
Esperamos que hayáis disfrutado de esta entrevista a Virginia Garzón de Albiol y os animéis a leer Un tesoro en el olvido
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