Casi celebrando el inicio de verano tuvimos la suerte de asistir a un encuentro con Alexandro Roma, que además fue en un lugar muy especial, el mirador del Cerro del Tío Pío, comúnmente conocido como «Las siete tetas». Los que sois de Madrid, seguro que lo conocéis y los que no, no dejéis de visitarlo porque tiene uno de los mejores atardeceres de la capital.
Allí nos esperaba Alexandra Roma dispuesta a desentrañarnos el proceso de creación de su nueva novela La noche que paramos el mundo. Como sabéis, en este blog no somos muy de novela de romántica pero sí de fiarnos de la gente de confianza y en este caso nos habían recomendado este libro bajo la premisa de que no era una novela romántica al uso.
La noche que paramos el mundo es la primera parte de una bilogía por lo que una de las preguntas obligadas era que si en todo momento se había planteado así. La autora nos contó que sí ya que en realidad la historia está diferenciada en dos partes muy claras que son los dos libros de la bilogía #FugacesPeroEternos, son dos etapas de la vida de Marina cuyo punto de inflexión está fuertemente marcado por el final de este primer libro.
Para poneros en contexto, La noche que paramos el mundo es la historia de Marina, una niña bien, con una familia perfecta, unos estudios perfectos y un novio perfecto pero su vida se desmorona cuando descubre que su novio en realidad le está poniendo los cuernos y no sólo eso sino que ni siquiera la valora. Esto hará que Marina empiece a dudar de todo y en una noche se emborrache de tal manera que haga todo lo que la Marina sobria no haría jamás. Será en esa noche cuando conozca a Noah, el cantante de una banda de la que acabará formando parte.
Y la historia es el día a día, el cómo una mirada puede hacer todo diferente, el cómo cada persona puede dar una imagen hacia fuera cuando dentro mantiene una lucha interna contra sus propios fantasmas y cómo cambiarlo todo, o casi todo, está solamente en nuestra mano. Estos dos personajes sólo son dos de los cinco que forman una banda en la que todos tienen algo que contar, principalmente Leo, el mejor amigo de Noah y el que pondrá contra las cuerdas a Marina en más de una ocasión.
Con esto, otra de las cosas que nos contó la autora es que esta historia surgió hace mucho tiempo pero pero le faltaba el alma de la banda, Noah, uno de los protagonistas absolutos de esta historia y no fue hasta el año pasado, viendo eurovisión cuando terminó de verlo claro gracias al cantante de Italia.
En cuanto a la estructura de la historia, ya que todo lo que rodea a la misma es la música, Alexandra optó por darle una vuelta de tuerca y al igual que cada libro es un disco, cada capítulo es una canción.
Tampoco podíamos dejar de hablar en este encuentro de los personajes, y es que quizá el componente diferenciador de esta historia y que hace que no sea una novela romántica al uso es que en ella tan importante es la historia de amor como la de los propios personajes. Marina, como hemos dicho, es una niña bien que tiene todo en la vida pero no tiene lo más importante, el apoyo de sus padres para hacer lo que realmente quiere hacer. Marina vive encerrada en una presión social de apariencias y de ser quién está proyectado por su madre y no ella misma. Este personaje nos muestra la cara más dura de las apariencias, sobre todo cuando son impuestas por las familias y una vez más el problema de la salud mental y la importancia de tratarlo y visibilizarlo.
También nos contó que lo que más hay de ella en los personajes son los momentos vitales por los que pasa Marina y sus inseguridades y por otro lado la personalidad de Noah de hacer que los demás saquen lo mejor de sí mismos.
Finalmente, en cuanto a la estructura nos contó que siempre tiene claro el principio, el final y el alma de la historia, lo que quiere contar, pero en el proceso se deja llevar por los personajes. Además, para ayudarse a sí misma a conocer y desarrollar los personajes escribe escenas que no se llegan a meter en las novelas y que son simplemente para darles en su cabeza una vida a los personajes.
Por último, disfrutamos del atardecer y nos dedicó los ejemplares. Como siempre, gracias a la editorial Planeta y a Alexandra por facilitar siempre este tipo de encuentros.
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