Caligrama, agosto 2022
¿Es posible el amor cuando un país (Venezuela) se cae a pedazos? El retorno de Adonalís tiene la cruda respuesta.
La narradora Mary Vivas, conocida por Mis gordas memorias gordas y Casa Ananda, sorprende en el mercado editorial con una sólida novela que se desarrolla en una nación en descomposición y desgarrada por cismas ideológicos
«En Venezuela antes te obligaban en la escuela a leer libros y hacer informes sobre ellos. Y yo me preguntaba cómo algunos autores lograban el prodigio de hacerme conectar tan plenamente con lo que me estaban contando en sus obras hasta el punto de que me hacían desconectar de la realidad normal. Yo me preguntaba cómo eso era posible, que hubieran logrado hacerme sentir que ese mundo que ellos habían creado era para mí… Y yo siempre he querido hacer eso mismo siendo yo la escritora». Esta hermosa reflexión, que resume en sí misma el sentido último de la literatura como forma de comunicación, es la que ha guiado a Mary Vivas (Miami, 1960) a auparse como una voz reconocida en la narrativa latinoamericana de un tiempo a esta parte.
Después de sus primeras incursiones con Mis gordas memorias gordas y Casa Ananda, una obra muy personal y autobiográfica la primera y una hermosa fábula próxima al realismo mágico la segunda, vuelve ahora a la carga con El retorno de Adonalís, una novela muy sólida que retrata perfectamente la Venezuela que tan bien conoce y adora Vivas (allí pasó su infancia y juventud) y que plantea la pregunta de si es posible que el amor entre dos personas sobreviva en medio de un país que se cae a pedazos y con graves cismas sociales por ideologías encontradas. Si fue posible el amor en los tiempos del cólera, ¿también lo será cuando un país desmorona?
Los protagonistas de esta trama tendrán que tomar una dolorosa decisión, condicionados por unas circunstancias que amenazan con llevarse todo por delante, sobre todo en cuanto a lo vaporoso de los sentimientos de pareja se refiere. Adonalís, la protagonista en femenino, regresa a Venezuela después de cinco años exiliada. Antes, su novio, que luchaba contra el régimen chavista, había sido asesinado. Justino, por su parte, comparte la admiración de su familia por Hugo Chávez. Parecen agua y aceite… pero se acaban enamorando. No son malos ingredientes para una buena historia.
Mary Vivas hila una historia palpitante, muy bien trenzada y que logra la profunda amenidad, además de cristalizar su íntimo deseo como narradora: el lector se ve transportado a Venezuela y conecta plenamente con unos personajes muy sólidos y creíbles. Una muestra de la calidad de su pluma: «La sensación de que Caracas está envuelta por una invisible y pesada energía de tristeza y resignación descompone el recuerdo de quien la conoció en tiempos mejores. Es imposible no imaginarla como la guerrera que absorbe, estoica, los malos momentos que se viven en sus entrañas». No hay dudas: estamos ante una magistral novela que nos sirve la animosa Editorial Caligrama.
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