Mamen Comunicación, septiembre 2023
El hombre jugando a ser Dios desafía el mal ante nosotros. Ayudará a despertar a la gente antes de que sea demasiado tarde.
¿Cómo luchar contra los adoradores de la religión del Estado? Esta es una de las tantas preguntas que plantea Emmanuel Rincón, autor de El Hombre jugando a ser Dios, obra apasionante que nos hace reflexionar y desafiar el mal ante nosotros.
Ayudará, sin duda, a despertar a la gente antes de que sea demasiado tarde.
Durante los últimos siglos muchas cosas han cambiado en la humanidad: anteriormente los hombres se movilizaban en animales y hoy utilizan vehículos; antes las economías se basaban en la recolección, la caza, el cultivo y la pesca, hoy tenemos una variedad enorme de industrias y campos de producción, y así, podríamos crear una enciclopedia entera de los grandes cambios que ha sufrido la humanidad en los últimos mil años.
En el pasado, los hombres en su anhelo de libertad dedicaron sus esfuerzos a tratar de abolir las monarquías y el autoritarismo que emanaba de las mismas. Hoy, completamente engañados y manipulados, una buena parte del hombre masa lucha por suprimir sus propias libertades.
Si antes el poder era sostenido por los supuestos poderes divinos, hoy el poder es concedido por el pueblo, y para llegar a él, se utilizan todas las artimañas políticas y narrativas explicadas a lo largo de este escrito. Esos hombres que juegan a ser Dios necesitan transmitir a los votantes la imagen de redentor, de luchador de las causas justas y campeón de la moral, por ello, el izquierdismo moderno intenta apoderarse de cada causa justa y satanizar todo lo que le contraríe o desfavorezca.
Entre los monarcas del pasado y los socialistas bien pensantes del presente, no hay demasiadas diferencias, quizás, la única resaltable es que los primeros se legitimaban a través de la divinidad, y los segundos a través de su presunto interés en las causas justas; esto ha conducido a una paradójica realidad difícil de explicar: la de hombres luchando por extinguir sus propias libertades.
Ciertamente, en vista de todo esto, podemos concluir que la lucha del mundo moderno no consiste en una batalla monolítica de izquierda contra derecha, sino de libertad contra autoritarismo y realidad contra falsas realidades manipuladas.
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