NUESTRA OPINIÓN …
La verdad es que El gran rojo llevaba unos cuantos meses en los estantes de mi casa y he tardado más de lo que me hubiera gustado en ponerme con su lectura, algo que ya está solucionado. Y es que después de sus dos primeras novelas con Bianquetti como protagonista, tenía claro que Benito Olmo iba a ser uno de esos autores a los que sigo con fidelidad.
Cuando tras un accidente su futura carrera como policía se ve truncada, y sin muchas salidas laborales en aquel momento, Mascarell se traslada a Frankfurt donde su pareja ha recibido una buena oferta de trabajo.
Tampoco es que en esa ciudad la suerte le haya acompañado ni laboral ni personalmente. Con su pareja hace tiempo que rompió y ésta ha encontrado alguien nuevo con quien compartir su vida, aunque para él siga siendo el nudo que le une a ese lugar; y, profesionalmente no le queda otra salida que agarrarse a cualquier trabajo que le va saliendo e investigar algunos casos que le llegan gracias a su reputación como detective de casos perdidos, ganada en el barrio rojo, por donde se mueve como pez en el agua.
Y gracias a esta reputación Mascarell, tras un singular encuentro, será el encargado de resolver un extraño caso en el que ha de encontrar a alguien de quien le van a dar muy pocos datos. Tan solo contará con una fotografía enviada a su teléfono y un nombre: Gerard.
Un caso en cuya resolución se cruzará con Ayla, una joven adolescente empeñada en saber qué hay de verdad en el suicidio de su hermano, en el que ella no cree, y en que andaba metido antes de su muerte.
Como se ya se deduce de lo anterior, El gran rojo no sucede en Cádiz, ni siquiera en España, y no tiene como protagonista a Bianquetti, ese inspector que me ganó desde primer minuto en sus anteriores novelas, pero tiene en común con ellas, que si en las anteriores nos presentaba una cara de Cádiz alejada de la que todos más o menos tenemos en mente, en esta ocasión lo hace de Frankfurt, mostrándonos su cara más sórdida y el contraste con las imágenes que reconocemos de esa ciudad; y que el protagonista, Mascarell, que en este caso no es un policía sino que alguien que quería serlo y vio truncada su carrera, siendo un personaje muy diferente al inspector gaditano, también nos meterá en el bolsillo de su chaqueta en cuanto le conozcamos.
El gran rojo es una novela dura y bien ambientada, en la que también encontraremos ese humor negro que Benito Olmo domina, y rompe la tensión de la narración, con dos líneas argumentales, muy bien trazadas, narradas por sus protagonistas en primera persona, que nos muestra desde dos puntos de vista diferentes la parte más turbia y sórdida de una ciudad, con un barrio rojo lleno de tugurios apestosos, con narcosalas donde los drogadictos van a aprovisionarse y chutarse su dosis, dominado por una mafia para quienes la vida de los demás sólo vale el dinero que les proporciona.
Si con sus dos anteriores novelas ya nos convenció, con El gran Rojo nos queda claro que Benito Olmo, indiscutiblemente, ha venido para quedarse y hacernos disfrutar de sus novelas.
No me lo llevo en esta ocasión porque ya lo leí y coincido completamente con vuestra reseña. Muy buena novela, que demuestra que este escritor ha venido para quedarse y por mucho tiempo.
Besotes!!!