Salamandra, octubre 2020
El delfín de Mark Haddon, la nueva novela del autor de El curioso incidente del perro a medianoche. Una versión polifacética de la historia de Apolonio de Tiro que ilumina los recodos más oscuros del comportamiento humano.
En 1607 William Shakespeare escribía Pericles, príncipe de Tiro, una de las tragedias menos conocidas y peor consideradas de su extensa producción. Lo hacía a cuatro manos con George Wilkins, un hombre de cuestionable moral, dramaturgo mediocre, regente de una posada que funcionaba como burdel y, sobre todo, célebre por su violencia y misoginia, un comportamiento deplorable que incluía haber dado una patada en la barriga a una mujer embarazada. Se cree que Wilkins escribió los dos primeros actos de la obra, que narraba la huida de Pericles tras comunicar al mundo el incesto del rey Antíoco de Siria con su hija. La transigencia de Wilkins con esa práctica presente en la pieza sólo respondía a su propia escala de valores, donde las mujeres ocupaban el lugar más bajo.
Y Pericles es uno de los muchos personajes que se cuelan en El Delfín, la nueva novela de Mark Haddon y sin duda su libro más logrado y ambicioso hasta la fecha. El autor, que hace casi veinte años alcanzó fama internacional con El curioso incidente del perro a medianoche, deja a un lado sus obras juveniles y los dramas familiares para adentrarse en un mundo vil y violento en el que pasado y presente se mezclan sin solución de continuidad.
Con una prosa delicada y detallista que seduce desde la primera línea, El Delfín es una versión moderna de la leyenda de Pericles y el rey Antíoco en la que las mujeres dejarán de ser los sujetos pasivos de la trama y buscarán su propio espacio de representación. El rey se transforma en Philippe, un multimillonario que vive bajo sus propias reglas, apartado de la lógica de las demás personas. Su mujer, embarazada de treinta y siete semanas, morirá en un accidente de avioneta. Sin embargo, el bebé sobrevivirá y Philippe quedará a cargo de la niña, a la que llamará Angelica. Encerrados en Antioquía, su descomunal mansión, padre e hija vivirán con el mínimo contacto exterior, pero con todas las comodidades que el dinero puede comprar.
Lo que comienza como devoción se transformará, igual que en la leyenda, en deseo atroz, y Philippe visitará cada noche la habitación de la niña en busca de aquel amor perdido. La aparición de Darius, un joven que descubrirá el malsano secreto de Philippe, será el inicio de una aventura por el espacio y el tiempo que transitará desde la crisis de valores contemporánea hasta la fiera y mitológica Grecia antigua, pasando por el hediondo Londres isabelino de Shakespeare y Wilkins. Con este viaje, Haddon parece querer decirnos que el hombre y la mujer no tienen escapatoria, que están encerrados en un tiempo único que, aunque esté disfrazado de diferentes formas, se repite una y otra vez.
La crítica ha quedado rendida ante el increíble ornato de El Delfín, una novela que, como afirma el escritor Max Porter, «es una explosión a todo gas de maestría narrativa». El autor mezcla a la perfección trepidantes escenas de acción y violencia con delicadas descripciones de fondo sobre las razones secretas de los acontecimientos más mundanos. Tanto cuando estamos en el reino de Philippe, como cuando huimos con Darius / Pericles del rey sirio y sus asesinos, el corazón de las palabras y su capacidad para cambiar cualquier historia quedan grabados a fuego en nuestra imaginación.
El Delfín no es solamente una nueva reescritura de una obra clásica de Shakespeare, sino también una indagación profunda en el secreto intangible que encierran todas las tragedias, una versión polifacética de la historia de Apolonio de Tiro que ilumina los recodos más oscuros del comportamiento humano y sirve de inspiración para superar los momentos más dolorosos. Quien inicie la novela quedará irremediablemente atrapado por su fuerza expresiva y se verá obligado a seguir leyéndola hasta su resolución. Y el final no decepcionará a nadie.
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