Gedisa, abril 2024
Cuando los tambores de guerra vuelven a sonar en Europa, Boris Cyrulnik nos trae Cuarenta ladrones con carencias afectivas, una reflexión sobre los orígenes de la violencia y el crimen. Retomando la línea de sus últimos trabajos, el aclamado autor investiga el comportamiento animal para intentar comprender la conducta humana.
De pequeño, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, Boris Cyrulnik encontró cobijo en un internado. Aunque a salvo de las persecuciones nazis, aquel niño judío creció sin familia ni amigos, privado «de toda relación». Durante esos años, cada mañana corría hacia un monte cercano, donde contemplaba la marcha de las hormigas y conversaba con el perro de una hacienda vecina. Así, las primeras relaciones humanas del autor fueron con animales.
Partiendo de esta anécdota, Boris Cyrulnik, padre de la resiliencia y autor traducido a 10 lenguas, nos trae una reflexión erudita que acerca los mundos animal y humano. Convocando los saberes de la psicología, la neurología, el psicoanálisis y la etología, Cuarenta ladrones con carencias afectivas: peleas animales y guerras humanas trata de dar respuesta a dos preguntas: ¿cómo influye el entorno en el desarrollo del individuo? y ¿qué lleva a los seres humanos a la guerra?
Para Cyrulnik, dos hechos son cruciales en la construcción del individuo: las presiones del medio en el que crece y la adquisición de la palabra. Un entorno inestable encaminará al individuo hacia un desarrollo violento y lo hará más propenso a la agresividad. Asimismo, la falta de afecto en la infancia limitará las capacidades de ese individuo para imaginar el mundo interior del otro. El ambiente, nos dice Cyrulnik, hace al sujeto. Compartimos esta condena con el resto del mundo animal: aquel chimpancé que crezca en un contexto adverso adquirirá, del mismo modo que un ser humano, tendencias violentas. Por ello, el estudio del desarrollo animal nos permite tomar conciencia de nuestros propios modos de desarrollo.
Pero hay un aspecto que nos diferencia del resto de seres vivos: el lenguaje. La palabra nos aleja del conocimiento intuitivo de las cosas, de aquello que tenemos inmediatamente ante nosotros. Nos permite construir relatos totalizantes «que nada designan de lo real» y que excluyen, con frecuencia, la realidad de nuestros semejantes y nos ciegan ante el otro. Así, los humanos guerreamos por ideas y por convicciones, mientras que los animales pelean por instinto. Pero ¿acaso no encubren esas convicciones nuestra pulsión instintiva hacia la violencia?
Boris Cyrulnik (Burdeos, 1937) es uno de los grandes referentes de la psicología moderna. Neurólogo, psicoanalista, psiquiatra y etólogo de formación, es considerado uno de los padres de la resiliencia. Es profesor de la Universidad de Var en Francia y responsable de un grupo de investigación en etología clínica en el Hospital de Toulon.
Editorial Gedisa ha publicado algunas de sus obras más influyentes, como Los patitos feos, Me acuerdo, Las almas heridas, (Super)héroes ¿Por qué los necesitamos?, Psicoterapia de Dios, Escribí soles de noche, Psicoecología y ¡No al totalitarismo!
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