Susana Aguilera publica Aalima, la mudéjar de Bulkuna una novela histórica cuya trama transcurre en dos tiempos paralelos, la época actual y la Edad Media. La historia en el pasado ocurre en Reconquista de Córdoba y Jaén por los cristianos y el nacimiento del extraordinario emirato nazarí en el siglo XIII.
A Susana Aguilera le gustan los retos y por eso ha vuelto a cambiar de género con Aalima, la mudéjar de Bulkuna. Así que éste ha sido su último desafío; escribir un libro histórico que le ha costado más de dos años por el difícil y maravilloso trabajo de documentación que hay que hacer.
La historia comienza cuando Daniel regresa a la casa de su pueblo tras la muerte de sus padres después de muchos años sin contacto con ellos. Allí, en los sótanos musulmanes de su casa andaluza descubre un curioso manuscrito escrito en dos lenguas, musulmán y romance, cuya portada contiene la cruz de Calatrava atravesada por una media luna musulmana. Un símbolo impensable en aquellos tiempos de guerras santas y reconquistas.
Con ayuda de su cuñada Dolores, el historiador del pueblo y dos catedráticos especializados en estudios árabes e islámicos descubrirá la historia de Aalima, la verdadera protagonista del libro: una mudéjar que se enfrentó al destino que su cultura le tenía preparado y que fue testigo de la creación de la Alhambra, el nacimiento del reinado nazarí, la caída de Jaén y Córdoba y la creación de las encomiendas calatravas en la zona fronteriza entre los reinos cristianos y los reinos andalusíes.
A pesar de sus sueños juveniles, la vida la arrastrará por distintas experiencias bellas a veces, amargas y dolorosas otras, que la irán marcado y la llevarán a vivir momentos únicos con personajes tan dispares como el primer emir del reino nazarí que inició la construcción de la Alhambra o el gran maestre de la orden Calatrava.
Aalima luchará contra la fatalidad que marcaba aquella época, negándose a resignarse a los designios de un destino que no desea. Su familia la casará con alguien que odia, la enfermedad, el hambre y la miseria la acosaran, sufrirá la violencia de la guerra y la intransigencia de los vencedores, pero ninguna de esas dificultades lograrán ennegrecer el valiente y noble corazón de Aalima. Se resistirá a vivir sin libertad como mujer cuando ama las cosas que están destinadas para los hombres. Se replanteará su propia fe por un amor prohibido con un monje guerrero calatrava.
Además, en Aalima, la mudéjar de Bulkuna habla de temas que a Susana Aguilera le preocupan mucho como los malos tratos, la intolerancia a personas con discapacidad mental (el hijo de Aalima tiene síndrome de down), intolerancia religiosa y sobre todo de superación.
En esta historia también descubriremos un amor profundo entre dos personas que por su raza, origen y creencias son enemigas, una musulmana y un freile calatrava. Don Pedro Ruiz, un caballero Calatrava que se considera una herramienta de Dios para destruir al infiel. Ambos personajes lucharán a lo largo de la historia contra esos sentimientos que en ambos casos son considerados como traición y pecado. Descubriendo a estos personajes podremos viajar a como era la vida tanto en el Al-Ándalus como en una encomienda de la orden militar Calatrava.
Pero además Aalima, la mudéjar de Bulkuna es un alegato a la conciliación y la convivencia pacífica de culturas, buscando las cosas que nos unen como personas, aunque pertenezcamos a civilizaciones diferentes. En esta historia la religión es el puente de unión a pesar de que en ese tiempo se empleaba como instrumento de odio y sometimiento.
Con este libro Susana Aguilera pretende trasladar al lector a aquella época de nuestra historia donde los hombres y mujeres se regían por el honor y la fe, donde a pesar de la lucha despiadada por la supervivencia eran capaces de disfrutar de las pequeñas cosas bellas de la vida. De ese modo intenta comparar cómo se vivía entonces con nuestra vida ahora. Como eran las esperanzas, ilusiones y sueños de aquellos tiempos y como vivimos los nuestros, en estos tiempos en los que se vive deprisa, buscando el éxito, sin valorar todo lo que tenemos al alcance de nuestras manos.
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