Como os decía, una de las primeras cosas que me llamó la atención en La cacería es que estaba escrito por una policía. Creo que a todos nos llama la atención ese oficio y ese saber que hay detrás de un secuestro, de una desaparición, cómo actúan los policías ante ello… así que esta novela, en la que precisamente la policía era la secuestrada me parecía que podía ser una manera de ver no solo el trabajo que hace la policía para descubrir y atrapar al secuestrador sino también para saber cómo se comportaría una policía en una situación así.

Supongo que a la autora no le ha debido costar demasiado documentarse en cuanto a procedimientos, ya que ella misma ha vivido en su día a día. Sí ha debido ser más complicada de escribir esa parte en la que se tiene que poner en la piel del secuestrado. Me ha gustado ver cómo se desenvuelve Sammi, la policía secuestrada, en una situación de pánico, ver cómo, a pesar de ser policía y saber controlar ciertas emociones, es humana, no se la pinta como una heroína que no tiene miedo a nada sino que, cuando llega el momento en el que ve que no tiene salida se desespera y tiene miedo como lo tendríamos todos. Eso sí, también me ha gustado esa faceta de inteligencia y experiencia que la hace en ciertas ocasiones más lista que su secuestrador.

«La cacería» es un libro que se lee bien, en el que pasas las páginas sin darte cuenta y que tenía como punto de partida una historia original: un cazador que se ha cansado de las presas que para él ya son fáciles como los animales y decide ir más allá, jugar con un igual como lo es un humano. Sin embargo, se me ha quedado corta esta parte de la historia. Creo que tiene un muy buen punto de partida y que podía haberle sacado mucho más partido a esta idea ya que al final se limita a «la caza» de una persona. Es verdad que ha habido otras antes de las que se nos cuenta su historia pero la novela en sí trata del secuestro de Sammi únicamente.

Sí me ha gustado mucho esa diversidad de personajes que retrata dentro de la policía: la chica que prefiere hacer de más que de menos porque no quiere cargar con una muerte a sus espaldas, el chico que utiliza sus encantos para conseguir lo que quiere, el policía ya cansado de su trabajo que intenta hacer lo mínimo pero que por encima de todo sigue teniendo su juramento de proteger… y así una serie de policías de distinta índole que no hacen más que retratar, supongo, el ambiente de cualquier cuerpo, en el que como en botica, hay de todo.

Otro punto a favor es que está narrado desde distintas perspectivas, la de Gavin, el novio Sammi, la de Sammi, la propia policía secuestrada y la de Janine, la policía que se encarga de ponerse manos a la obra a buscar a Sammi desde el minuto uno y Don, el secuestrador (también hay algún otro capítulo con otros personajes como protagonistas) pero creo que la narración hubiera ganado si hubiera sido en primera persona, por lo menos alguna de ellas, aportándole más tensión a la novela. El estar de narrado en tercera persona me ha hecho sentirme en todo momento como un espectador en vez de como parte de la historia, en vez de vivir en la piel de Sammi el secuestro.

También me ha causado mucha curiosidad conocer los métodos de la policía australiana. Desconozco si aquí las cosas se hacen de igual manera pero desde luego nunca había tenido noticia de cosas como que ante la llamada de varios videntes al teléfono de recogida de información sobre el sospechoso se tomara lo que había «visto» como pista o la forma de llevar a cabo el interrogatorio.

«La cacería» podía haber sido un thriller de alta tensión pero para mi gusto se ha quedado un poco flojo, tiene un ritmo constante, que no decae, pero a mí no me ha creado la tensión de ese seguir leyendo sin parar, quizá por lo que comentaba antes de la narración.

En conclusión, La cacería es un libro que se lee con facilidad, que te durará un suspiro pero que se me ha quedado un poco corto en algunas partes de la historia y con un final muy previsible que a su vez hace que sea una historia totalmente coherente, la autora no se saca un as de la manga, el caso se resuelve con unos indicios claros y todo queda perfectamente cerrado y atado. Un libro que cumple su cometido: entretener.